últimos deseos

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Se generó un silencio en ese momento, un tanto incómodo, mientras Eithan lo veía sorprendido ante aquella pregunta inesperada.

—Preguntas ¿que si quiero ser un dios? —extrañado y confuso ante aquella pregunta, pues no entendía a qué se refería Hermes en aquel momento.

—Si, efectivamente es lo que pregunté¿Te gustaría ser un dios? —preguntó con seguridad y firmeza, pero aún eran incomprensibles sus intenciones.

—Pues, no no lo sé, nunca me lo había cuestionado. Nisiquiera creí que fuese posible —Respondió estupefacto al notar que Hermes no estaba bromeando.

—Podria ayudarte si decides convertirte en un dios —Respondió Hermes de manera misteriosa.

Eithan en ese momento no sabía  que debía responder, para él ni siquiera era posible el ser un dios. El solo quería continuar con su vida junto a su familia y la chica de la que se encontraba enamorado. En su mente no se encuentra la ambición para ser dios.

—No creo que vaya conmigo, la verdad no quisiera ser un dios —Respondió cien por ciento seguro de que era lo que queria. Pero Hermes se encontraba satisfecho con su respuesta y sonrió algo aliviado tal vez.

—Pues entonces te ayudaré, esa era la respuesta que estaba esperando. Sé que debes asesinarme y así sucederá pero antes debes recibir algo a cambio. solo así podrás entender porque te he elegido —Respondió con gran satisfacción y con  serenidad.

—¿A qué te refieres con que debo asesinarté? No quiero hacerlo, no asesinare a una buena persona como tú —Respondió  algo triste ya que sentía que Hermes se estaba despidiendo.

—Esa es la razón por la cual puedo despedirme de este mundo, por fin logré encontrar a alguien que pueda desafiar a los dioses y acabar con estos juegos absurdos —dijo mientras su rostro cambiaba y una mirada de odio y desprecio se generaba

—¿A qué se debe tu odio hacia los dioses? —preguntó, se encontraba atónito por el odio que desprendía Hermes y esa facilidad de despedirse de su vida.

Hermes le contó el origen de los juegos de los dioses, remontando cinco mil años atrás. En ese entonces los dioses se encontraban aburridos, pues ya hacia eones que padre había creado todo lo existente y ellos solo debían observar y apoyar a la humanidad, sin poder intervenir directamente. Concertaron una audiencia con padre, para proponer los juegos de los dioses, dónde no podían intervenir con la vida de los humanos, solo debían jugar con las almas fallecidas y padre accedió ya que  le pareció interesante. Pero al inicio no les resultó tan entretenido, pues no podían intervenir mucho, tres de los cinco dioses decidieron mover los hilos para ocasionar las muertes de quienes veían prometedores. Padre en su respuesta enojado, pues habían roto su acuerdo, creo como penitencia los  juegos de la inmortalidad. Habían recibido un castigo severo dónde podían perder todo incluso su existencia. El primero dio inicio en ese momento, dónde falleció el dios Edmun. quién fue uno de los tres que cometieron el pecado. Padre creo las normas para llegar a los juegos a través de las almas contratadas y en cinco mil años solo ha sucedido dos veces.

<< Increíble jamás pensé que los dioses también cometerían pecados y recibirían un castigo por ello >> pensó Eithan intrigado por conocer a padre.

—Ya no podemos perder más tiempo, debemos actuar o Astar arremeterá contra ti —dijo con seriedad Hermes al ver que se habían extendido demasiado.

—Pero aún necesito más información ¿No podemos esperar un poco más? —pregunto eithan pues sabía que debía asesinar a Hermes y perdería el único aliado que había obtenido.

—¡Imposible! —Exclamo Hermes mientras hacía diferentes movimientos con sus manos.

Un orbe comenzó a salir de su pecho lentamente, pero era diferente al que había obtenido Eithan, está contenía diferentes colores y parecía contener estrellas en su interior.

—En este orbe, te entregaré todo lo que obtuve en mis seiscientos años de vida y además un deseo, que obtuve del dios oris, espero que puedas darle un mejor uso que yo y logres acabar con estos juegos de mierda —dijo serenamente Hermes se sentía un poco de tristeza en su voz, tal vez se arrepentía de muchas cosas con tantos años de experiencia.

—¡No lo sé Hermes! No lo veo correcto, tal vez no sea digno de tu sacrificio y no logré cumplir tus deseos —respondió Eithan con un nudo en la garganta.

—No te preocupes, pronto encontrarás las respuestas que buscas y podrás encontrar la fuerza para oponerte a los dioses. Tengo fé en que no me equivoco —dijo de manera persuasiva y con una expresión de libertad.

Hermes coloco el orbe en el suelo, se paro frente a eithan y tendió la mano. << Al fin acabará mi infierno, podré morir en paz. dejo todo en tus manos chico >> fue su último pensamiento, antes de decirle a Eithan que lo asesinara.

Eithan tomo su mano en señal de respeto, con su otra manos rodeo el cuello de Hermes y en un solo movimiento lo quebró, como si se tratase de una galleta.

—¿Que sucedió solo pensaba en hacerlo rápido? pero ni siquiera aplique fuerza — Se pregunto Eithan, pues no comprendía que su fuerza se había vuelto anormal.

Las lágrimas corrieron por su rostro, mientras cubría el cuerpo de Hermes con una manta. Al cerrarle delicadamente los ojos, pudo observar la expresión de felicidad en su rostro. Comprendió que estaba agotado y que seguramente había pasado por mucho, en esos seiscientos años.

Dirigió su atención hacia el orbe que había dejado Hermes en el suelo, aquel orbe estaba irradiando una luz enorme, luego de la muerte de Hermes. Floto hacia Eithan y comenzó a entrar en su pecho.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2023 ⏰

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