Era invierno de 1977 cuando él se dio cuenta de mi existencia, quedaban pocos días para Navidad y poder volver a casa.
Como cada tarde, me despedía de mi amiga Rose y caminaba hasta el árbol junto al Lago Negro, me sentaba ahí y escribía en mi diario. Era mi lugar favorito en todo el castillo, podías observar a lo lejos como el bosque prohibido era iluminado por los suaves rayos del sol, y como algunos alumnos se divertían a lo lejos, algunos arrojaban bolas de nieve y otros terminaban cayéndose por culpa de los demás. Pero las risas nunca faltaban.
Mientras sacaba mi diario y la pluma de mi mochila, levanté unos segundos la mirada para observar al pequeño grupo que estaba lanzándose bolas de nieve a unos cuantos metros de mí. Reían y soltaban palabrotas.
Eran de último año y yo sabía perfectamente quiénes era, todos en la escuela sabían de ese cuarteto que andaba haciendo travesuras por todo el castillo.
Pero yo los conocí específicamente por aquél muchacho de cabellos medianamente largos y ojos grises; Sirius Black.
Yo apenas tenía trece años cuando estaba secretamente enamorada de ese travieso chico que claramente no se daba cuenta de mi existencia y si lo hacia solo me veía como a una niña de tercer año.
No sabía por qué me atraía.
¿Tal vez por su sonrisa? ¿O la forma tan valiente en la que se enfrentaba a los profesores? ¿Cómo causaba que muchos rieran en el momento menos oportuno?
Él era todo un misterio para mí, pero a la vez era tan atrayente.
Si él estaba cerca no podía quitar mi mirada de donde sea que estuviese. Era como si me gritara: "Mírame, aquí estoy. No voltees a ver a nadie más".
Aparté la mirada en cuanto su amigo más cercano volteó hacia mi dirección. Solté una maldición por lo bajo y fingí estar concentrada en escribir mi diario.
—¡Vamos, James! ¡Deja de hacer trampa! —escuché su voz a lo lejos, y les di una mirada de reojo. Sirius rodeaba el cuello de James Potter con su brazo derecho mientras reían.
—¿Trampa? ¡No es mi culpa que tengas tanta mala puntería!
Regresé mi mirada al diario y presioné la pluma sobre el papel, a punto de comenzar mi escritura, solo que el inesperado viento tuvo otros planes.
Dos hojas con escritos volaron lejos de mí, mi alma casi cae al imaginar que tendría que volver a escribir. No dudé en cerrar el diario y dejarlo a un lado antes de levantarme entre tropezones para alcanzar las hojas que casa ves se alejaban más hacia el Lago Negro.
—No, no, no —murmuré, maldiciendo internamente a la túnica de Ravenclaw que me impedía correr más rápido—. ¡Carajo!
Ya no me importó lucir como una loca o si estaba por poner en riesgo mi vida. En ese momento solo pensé en lo mucho que significaban esos escritos para mí, que hasta ignoré los gritos.
—¡Hey, niña! ¡Es peligroso! ¡Oye, vuelve!
Alcancé una de las hojas metros atrás de la otra. No supe en qué momento había llegado al Lago Negro, y mucho menos cuándo comencé a caminar sobre el agua congela solo para alcanzar la otra hoja.
Pude agarrarla y solté un suspiro aliviada.
—¡Hey! ¡Vuelve!
—¡Es peligroso!
Volteé hacia la voz solo para notar que los cuatro muchachos me estaban gritando que regresara. No comprendí a qué se referían hasta que miré hacia abajo y mi reflejo agrietado me devolvió la mirada.
Mierda.
Estaba sobre el Lago Negro, solo a pocos días de que el agua se hubiera congelado.
—Me voy a morir —murmuro, observando el hielo quebradizo.
—¡Quédate ahí, no te muevas! —vuelvo a mirarlos solo para ver que Sirius intentó caminar hacia mí pero retrocedió en cuando el hielo se quebró.
James agarró una roca del borde y la lanzó sobre el hielo pero el hielo soportó más que del otro lado:— Por aquí —señaló James, agachándose para palmear el hielo—. Es más resistente —volteó a ver a su amigo.
Su amigo bajito retrocedió y se quedó al borde del lago con miedo, mientras murmuraba que nos íbamos a meter en problemas por mí culpa.
Sirius se apresuró a dar un paso sobre la parte que James le señaló pero Remus lo tomó del brazo, deteniéndolo.
—No pises tan fuerte o lo vas a romper.
—Ya lo sé, ¿me crees bruto?
Ellos permanecieron unos segundos en silencio.
—¡Oigan! —le grité en cuanto el hielo volvió a quebrarse debajo de mí, ellos voltearon y abrieron sus ojos asustados—. No sé nadar —murmuré más para mí que para ellos.
—No te muevas —dijo él, dando pequeños pasos hacia mí pero yo estaba a varios metros de ellos.
Realmente no me estaba moviendo pero el hielo seguía quebrándose y mi miedo incrementaba.
—No quiero morir —susurré, viendo como las grietas incrementaban.
—No vas a morir —dijo él, mientras daba algunos pasos hacia mí—. Mírame —levanté la mirada hacia él y noté que tenía las manos alzadas hacia mí, su mirada grisácea me recibió con dulzura—. ¿Puedes caminar hacia mí?
Negué rápidamente, asustada por la idea de caer hacia el agua fría y perderme en el fondo del lago.
—Voy a caer.
—No. Solo toma mi mano —extendió una de ellas lo más que pudo—. Toma mi mano.
Aún sigo pensando cómo no lloré en ese momento. Tal vez fue por su seguridad, él me extendía su mano y me decía que todo iba a estar bien.
Y confíe en él.
Di dos pasos al frente antes de tomar su mano y me jaló hasta que ambos quedamos en la otra parte del hielo. Pero el hielo quebradizo comenzó a abrir una grietar que se dirigía hacia nosotros a una velocidad impresionante. Hoy puedo decir que tal vez una de las criaturas marinas provocó esa grieta en el hielo denso.
—¡Corran! ¡Corran! —gritó James desde el borde, agitando sus brazos.
No tuve tiempo de ver las reacciones de los demás, solo vi como Sirius tomó mi mano y me jaló hacia delante para empezar a correr. No tardé en reaccionar y corrí junto a él, mientras escapábamos de la enorme grita que se dirigía hacia nosotros.
En cuanto llegamos cerca del borde, sentí un ultimo jalón de su parte y ambos caímos lejos del hielo, contra las piedra y la tierra húmeda. Jadeaba y respirábamos con dificultad por las emociones encontradas.
Él comenzó a reír y James lo siguió, escuché a Remus agacharse a mi lado y preguntarme si estaba bien, asentí en su dirección.
—Eso estuvo muy cerca —rió el castaño a mi lado y yo lo observé como si estuviera loco.
Volteó a verme y me regaló una sonrisa que quedó inmortalizada en mis recuerdos.
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Sirius, te amo ❤
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ENCHANTED, sirius black
Fanfiction❝ TUS OJOS SUSURRABAN: ¿NOS CONOCEMOS? ❞ Ellos estaban destinados a amarse, pero no a tenerse.