CAPÍTULO 3: NADA FUNCIONA

209 20 5
                                    

Después de 84 años continuamos.

M: “Buenas tardes princesa Daisy.” 

D: “¡Pero bueno Mario! ¿A qué viene esta inesperada visita?” Preguntó tan enérgica como siempre. 

M: “Pasaba por aquí.”

D: “¿A estas horas de la noche?” Me acerqué a su rostro y la besé apasionadamente. Al separarnos un fino hilo de nuestra saliva aún nos unía. “¡Guau Mario! No esperaba esta faceta de ti.”

M: “Me vuelves loquito Daisy, siempre lo has hecho.”

D: “Pero, ¿y Peach?”

M: “Tú eres la mejor princesa de todas (*Nota de la autora: para mí no lo es.), con esa mirada rebosante de energía y ese gran corazón. Y no olvides que me prometiste que saldrías conmigo después de derrotar a Tatanga.”

D: “*Ups, lo olvidé.*”

M: “¿Qué te parece si te llevo a cenar y después te hago sentir cosas que jamás hubieses imaginado que existirían?” Dije con un tono seductor.

D: “Me encantaría.” Estaba anonadada por esa faceta. “Aunque he de confesarte que yo nunca lo he hecho.”

M: “¿Y no te gustaría experimentar cómo se siente conmigo? Yo también soy virgen, ¿sabes?” Mentí. “Y una chica tan apasionada y hermosa como tú es la clase de chica con la que me gustaría experimentarlo.”

D: “Oh Mario… N-no sé qué decir…” Ya la tenía coladita por mí. “De acuerdo.”

Todo estaba saliendo a pedir de boca. Después de la cena fuimos a su castillo y entramos en su dormitorio mientras nos besábamos apasionadamente y nos quitábamos el uno al otro nuestras ropas. Al igual que con Peach, fue una ocasión tan mágica para los dos, a pesar de que ninguno de los dos estábamos enamorados del otro… Pero volvió a suceder.

En la madrugada Daisy dormía plácidamente mientras yo permanecía despierto y decepcionado mientras miraba al techo.

M: “Daisy.” Le susurré agitándola con suavidad en su hombro y ella se despertó.

D: “¿Qué pasa Mario?” Dijo aún medio dormida.

M: “¿Tu lo disfrutaste?”

D: Se despertó del todo al oír mi pregunta. “Cada minuto y cada embestida Mario.” Acarició mi brazo y me sonrió. “Ha sido más hermoso de lo que me imaginaba que sería. Gracias.”

M: “De acuerdo…” 

D: “¿Qué te pasa? ¿Acaso tú no lo disfrutaste?”

M: “No… no es eso…” Mentí. No quería hacerle sentir mal ni que tampoco me echase del castillo, así que cerré los ojos e intenté dormir.

Me desperté antes de que amaneciese y le dejé a Daisy una nota, igual que hice con Peach. Ya en la frontera del Reino Champiñón me detuve.

M: “No funcionó ni con Peach ni con Daisy. Ahora le he sido infiel a Peach… pero tenía que hacerlo, para poder romper el hechizo. ¿¡Con cuantas chicas tengo que acostarme para que este calentón que siento desaparezca!? ¡No puedo acostarme con Luigi! ¡Él es mi hermano!” Miré al cielo y me acordé de Estela. “Supongo que por probar con Estela no me hará daño.”

Conseguí ponerme en contacto con Estela para poder quedar los dos solos en el Observatorio del Cometa. Pasamos la tarde tomando té con galletas de mantequilla y charlando de nuestras vidas cuando me confesé.

M: “Oye Estela, quisiera agradecerte todo lo que hiciste por mí esas dos veces que me ayudaste a rescatar a Peach.”

E: “Bueno, la segunda te ayudó Destrella, pero si quieres entonces vale. ¿Qué quieres hacer?”

M: “Estela, eres una chica maravillosa, bella y con un gran corazón por tus seres más queridos.” Le tomé de la mano como todo un caballero. “Déjame demostrarte cuán hermosa eres tú para mí.”

E: Se sonrojo. “M-mario… ¿estás sugiriendo que tú… y yo…?”

M: “Así es preciosa, hagamos el amor.”

E: “Pero, ¿y Peach?”

M: “Me rechazó… Otra vez.”

M: “Deja que yo te haga sentirte en el paraíso mi preciosa estrellita.”


Funcionó. Mis encantos consiguieron seducirla y nos fuimos a su dormitorio. Nos desnudamos y besamos apasionadamente mientras ella atrapaba con sus muslos mi erección. 

No recuerdo cuantas veces terminé corriéndome dentro y fuera de ella, pero fueron al menos unas siete, que yo recuerde, cosa que no pasó ni con Peach ni con Daisy. Tal vez Estela sea la verdadera portadora de mi corazón.

Terminamos dormidos por el cansancio mientras nos abrazábamos y sentíamos nuestros cuerpos desnudos calientes y sudorosos. Me sentía en paz conmigo mismo, pero entonces comencé a soñar con Luigi. Él estaba dormido en una cama con sábanas color rojo carmesí, y cuando levanté la sábana que le cubría vi que estaba completamente desnudo y no se despertaba. Eso hizo que en el mundo real comenzase a tener otra erección, como si mi mente me estuviese diciendo que le estoy siendo infiel a Luigi, como si me estuviese avisando de que esto no había terminado.

E: Se despertó al sentir mi erección. “¿Mario? ¿Estás bien?”

M: Me desperté. “Hola Estela. Siento haberte despertado.”

E: “No te preocupes por eso. ¿Estabas teniendo algún sueño húmedo?”

M: “Necesito volver a casa.” No quería hablar de eso con ella.

E: “¿Por qué Mario? ¿Acaso hice algo mal?”

M: “¡N-no, no hiciste nada mal! Es solo que…” Suspiré. “Solo quiero irme a casa, por favor.”

E: “Tranquilo Mario.” Dijo con un tono suave. “Si necesitas volver a casa entonces te enviaré de vuelta.”

M: “Gracias Estela. Gracias por entenderlo.”


Hola.

Valió la pena la espera?

Prometo que cuando llegue el momento del yaoi seré más explícita.

Nos vemos 💕

Mi afrodisíaco (Mario x Luigi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora