CAPÍTULO 7: GRACIAS POR SALVARME HERMANITO

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Y llegó el momento que estabais esperando 😍😍😍

Espero que os guste:

Después del paseo en barca tuve que avisar a las chicas de la mentira que le dije a Luigi con respecto a la fiesta de pijamas. Solo les pedí que me siguiesen la corriente por más tiempo, para que Luigi no quedase traumatizado nada más llegar a la posada y una vez desprotegido en la habitación abalanzarme a él como en mi sueño.

Me costó trabajo convencerlas, pero lo logré. Les dije que yo les pagaba la estancia, que daba igual cuanto costase, con el fin de que Luigi no sufriese.

La fiesta de pijamas cursó con total normalidad, con algunos buñuelos dulces y té de matcha de snacks nocturnos, pelea de almohadas y cotilleos mientras nos soltábamos algunas risas y sin pensar en lo que iba a suceder en pocas horas. Fue entonces cuando los seis nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones.

L: “¡Me lo he pasado muy bien esta noche!” Me dijo feliz mientras se sentaba en su futón. “¡Ha sido una de las mejores noches de mi vida, gracias Mario!” Me sonrió.

M: “S-si… Hey, si quieres podemos hacer que sea incluso mejor.” Por fin iba a suceder.

L: “¿Enserio? ¿Cómo?”

M: “Con un último jueguecito.” Me acerqué a Luigi y puse mi dedo índice en su pecho haciendo círculos sobre éste.

L: “¿Y en qué consiste el juego?”

M: Me ponía a mil el cómo Luigi no lo entendía. “Primero desnúdate y te explico.”

L: “¿¡Q-QUÉ!?” Su cara se puso más roja que un tomate. “¡P-pero Mario… m-me d-da vergüenza!”

M: “Oh Luigi. No deberías avergonzarte.” Le dije todo seductor. “Somos hermanos. No hay nada de malo en que nos veamos desnudos. Además, yo también me desnudaré.”

L: “O-ok…” Se quitó su kimono y su ropa interior mientras yo le observaba sin perderme ni un solo segundo de tan magnífica y erótica escena. Ya desnudito, se puso de rodillas cubriéndose sus hermosas intimidades con sus brazos. “Y-ya… ¡V-venga, d-de-desnúdate!”

M: “Oh si cierto, disculpa.” Me desnudé, no sin antes sacar del bolsillo de mi kimono la caja de condones para que no se me olvidase que los tenía conmigo. Luigi solo me miraba atónito. Hacía ya tiempo que no me veía desnudo y eso le hizo quedarse asombrado.

L: “¿Qué l-le pasa a t-tú… amiguito? Está como… mirando a-arriba.” Preguntó señalando a mi erección. Fue entonces cuando bajó su vista y… “¡Oh, a mí también me está pasando! ¿¡E-esto es a-algo malo!?”

M: “No hermanito, no. Eso significa que podemos empezar a jugar.” Puse mi mano en su mejilla y se la acaricié. “Ahora quiero que lo chupes, y yo te lo chupo a ti.”

L: “¿P-pe-pero… e-eso no es a-algo… asqueroso?”

M: “No, seguro que no.” Se tumbó boca arriba. “Ponte encima de mí en dirección contraria y métetelo en la boca. Ya verás cómo te gustará.”

L: “S-sí t-tú lo d-dices…”

M: Se puso a cuatro patas tal y como le pedí. ¡Y qué espectáculo tan hermoso tenía ante mis ojos! Sus pequeños y suaves testículos, su erecto pene y la ausencia de vello púbico me dejaban sin aliento.  “Incluso por esta zona eres precioso, hermanito.”

L: “¡N-no digas eso! ¡Q-qué m-me d-da muchísima v-vergüenza!” Tomó mi erección con sus manos y comenzó a temblar. “J-jamás había t-tocado o-otro… pito que no f-fuese el… m-mio. Se siente raro.”

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⏰ Última actualización: Aug 01 ⏰

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