OO

2.4K 247 70
                                    

Capitulo OO

─ ¡Eres una mierda, Quackity! Siempre quieres arruinar todo.

─ ¡Esta vez les aseguro que no hice nada! Es decir... ─ El chico de beanie mordió su labio con nerviosismo. ─ Sí. Tenía un plan para arruinar la boda, lo admito. Pero no pude, no en la boda de Roier.

─ ¡Lo acabas de admitir!

Todos se encontraban reunidos en la Favela. La boda de Cellbit y Roier acababa de terminar, y cuando el primero notó que Quackity se alejaba decidió seguirlo. Estaba furioso, pues lo había visto moviendo cosas de su lugar.

─ ¡No admití nada, Cellbit! ─ Expresó ya cansado Quackity. Él solo quería volver a su casa para dormir, no esperaba que los demás lo alcanzaran solo para reclamarle cosas.

─ ¡Siempre quieres arruinar todo! Estás celoso de que todos aquí tenemos una buena relación, mientras que a tí no te quiere nadie.

─ Cellbit, gatinho... ─ Roier tomó el brazo de su ahora esposo, algo preocupado.

─ Yo... ─ Habló Quackity sorprendido. Sus ojos se pusieron llorosos, mirando al brasileño.

─ Estás tan solo que tienes que crear un prometido imaginario. ¡Y lo mejor es que nadie te cree! ¿y por qué crees que es? ─ Todos se quedaron en silencio. ─ Porque nadie en su sano juicio podría realmente querer a alguien como tú, Quackity.

─ ¡Cellbit! ─ Se escuchó el grito de Etoiles, que sacó su espada y apuntó a uno de los novios.

Quackity vio como comenzaba una fuerte discusión frente a él pero no pudo hacer nada. Estaba congelado.

¿Realmente nadie lo quería? ¿por qué seguía ahí entonces?

Sin realmente querer, comenzó a alejarse con sollozos bajos. Su corazón dolía al igual que su cabeza, mucho más de lo que ya dolía durante la boda.

Sus pasos eran lentos, pero no se preocupó porque ahora sabía que nadie lo seguiría o buscaría.

─ Hola.

Sin dejar de sollozar volteó hacia la voz ya conocida para él.

─ ¿Qué quieres Cucurucho? ¿No ves que ya estoy bastante jodidote?

Cucurucho solo lo miraba estático.

─ Por favor, sígame.

─ Te sigo. ¿A dónde me llevarás? ─ Preguntó sin muchas ganas de pelear. ─ ¿A tu oficina otra vez?

Y sin dar respuesta a sus preguntas, el hombre de blanco comenzó a caminar. Quackity no tardó en seguirlo, solo quería acabar su día e irse a la cama.

Bajaron por el ascensor escondido que ya ambos conocían muy bien y caminaron hacia una oficina. Si era totalmente diferente a la que habían visto hace tiempo, Quackity no dijo nada.

─ ¿Tardará mucho, Cucurucho? En verdad estoy cansado. Fue un día difícil.

─ No.

Rodando los ojos ante la seca respuesta, ingresó a una gran sala blanca.

─ ¿Dónde chingados estamos? ─ Miró alrededor con atención.

─ ¿Té? ─ Volteó a ver al hombre de blanco con confusión clara en su rostro. ─ ¿Té? ─ Volvió a preguntar.

─ Eh... Sí. Claro. ─ Murmuró. ─ Pero no le eches nada raro, eh culero.

El hombre de blanco sopló algunas burbujas y salió de la habitación, cerrando la puerta tras él. Quackity sintió su sangre helarse cuando notó que no se movió de su lugar, y al contrario, volteó a verlo a través del vidrio de la puerta.

─ ¿Cucurucho?

Antes de poder decir cualquier otra cosa, vio como las mesas y sillas que antes llenaban la habitación desaparecían y el blanco suelo se iba abriendo.

─ No puede ser. ¡No puede ser! ¡Cucurucho, hijo de puta! ¡Déjame salir cabrón! ─ Desesperado comenzo a buscar alguna forma de abrir la puerta, de trepar las paredes, o de incluso poner algo debajo para no caer.

Pero todo era inútil. No podía hacer nada.

─ ¡Mierda! ¡Ayuda! ─ Intentó envíar un mensaje a los demás, pero su comunicador no estaba funcionando.

Cuando menos se dio cuenta, cayó a un líquido espeso, negro y sin olor.

─ ¡Ayuda! ¡Alguien...!

Vio vagamente como una persona se asomaba por la puerta. No parecía ser Cucurucho, pues vestía diferente y no parecía tener una máscara que cubriera su rostro.

Antes de poder pensar mejor en lo que estaba pasando, Quackity cayó inconsciente.

─── 🌔 ───

─ xixi.

Some peace | Quackity [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora