Capítulo 13: Ojos y oídos (Parte 1)

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"¡Ya estás acabado, Helin!" El chico cayó al suelo sin decir una palabra, aún sujetando con firmeza su arma. Su compañero de ejercicios fue más duro de lo habitual, usando su furia en un duelo hecho para aprender y mejorar las habilidades propias. Pero este novato no pensaba lo mismo.

Al igual que los demás, Helin recibía entrenamiento en todo tipo de combates, desde lanzas y espadas hasta puños y patadas. Era un ciclo interminable, ni siquiera Helin, que una vez llevó el nombre de Nferia, sabía cuándo terminaría. Aún recordaba el día claro en que llegó a este lugar, despojado de cualquier recuerdo que poseyera de su vida anterior. Se esforzó, pero esos recuerdos se perdieron para siempre. Pero ahora tenía que centrarse en otras cosas. Cerró el puño alrededor de su espada de entrenamiento y se levantó de nuevo, mirando a su compañero de combate. Él, sorprendido por la fuerza de voluntad que mostraba Helin, atacó a su vez. Pero Helin no era tonto, no se guiaba por las emociones. Eso era algo que le había enseñado su padre adoptivo. Las emociones podían llevar al desastre. En una pelea sólo debían usarse la percepción aguda y la lógica. Eso era lo que recordaba y nunca olvidaba.

Retrocedió un paso, justo cuando su atacante quería golpear, así que usó la punta de su espada para atacar hacia el estómago, limpia y afilada. Su enemigo no percibió su acción con la suficiente rapidez y, por miedo, reaccionó para intentar bloquear el golpe. Pero ya era demasiado tarde. El filo sin punta de la espada de Helin hizo contacto con su estómago y lo lanzó al suelo, convirtiendo a Helin en el ganador de este combate de entrenamiento.

"¡Buena pelea, Helin!" Una voz lo saludó desde su izquierda, vieja pero sabia. Era uno de los entrenadores que supervisaba el progreso de los aprendices. Y estaba bastante impresionado por la rápida eliminación de su enemigo por parte de Helin. "Ha sido un movimiento excelente, peligroso pero eficaz si tu enemigo no piensa con claridad". Dicho esto, miró al chico tendido en el suelo, abrazándose el estómago por el dolor recibido. ¡"¿No te dije, muchacho, que no hicieras movimientos tan estúpidos! ¡Vas a conseguir que te maten con eso! Ahora ve a la enfermería. Quizás puedan hacer algo con tu dolor". El chico se levantó rápidamente y se fue corriendo. "Entonces, Helin, creo que es hora de que hagas la prueba. Ciertamente has desarrollado las habilidades de un caballero capaz de servir a los seis dioses. Y eso sin hablar de todos los visitantes de alto rango que recibes durante el entrenamiento. Eres algo especial, chico". El anciano golpeó a Helin en la espalda como gesto de buena voluntad. Para suerte de Helin, entrenó su cuerpo lo suficientemente bien como para no tropezar con aquello, como le ocurría antes que empezase a entrenar.

"Gracias, señor Dirk. Realmente he mejorado mucho desde que entro. Mucho, gracias a ti". Respondió al anciano, que sólo soltó una risita ante aquello.

"¡Es bueno que lo sepas! Pero ahora será mejor que descanses. Las próximas pruebas serán dentro de un mes, así que más te vale estar bien sano".

"Supongo que tienes razón. Hasta mañana entonces". Dijo Helin, y el viejo se marchó sólo con un guiño, de vuelta a regañar a otros aprendices. Pero justo cuando quiso entrar en su habitación, un mensajero lo saludó, vestido con una sencilla túnica azul y una capucha blanca que lo simbolizaba como tal.

"Helin Gaillard Lauransan, tienes un mensaje de Su Santidad. Te requiere en su residencia personal". Helin asintió y cerró la puerta, saliendo para un paseo mucho más largo de lo esperado hoy. Pero justo cuando el sol estaba a punto de entrar en el inframundo, llegó a la mansión. Era impecable, una verdadera belleza, hecha para uno de los seis cardenales. Pero no era nada grandioso como un palacio o un castillo. Eso era para los reyes. Algunos guardias le saludaron, pero al verlo se inclinaron brevemente y le abrieron las puertas. Dentro, se quitó los zapatos y se puso unos limpios. Había más silencio que de costumbre, una sensación que no solía encontrar en el campo de entrenamiento.

Overlord: World of GownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora