Overlord: World of Gown

Capítulo 21

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La sombra de Nazarick (Parte 1)

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En la quietud de la oscuridad eterna, donde ningún signo de existencia volvía, no había más que la noche siempre existente que envolvía a todos. Era un vacío que ocupaba la mayor parte de la existencia conocida, un reino aún por reclamar por alguien.

A pesar de la existencia potencial de miles de millones o billones de estrellas más allá del mundo actual, ninguna era visible en ese momento. Su luz palidecía en comparación con el sol radiante que adornaba el único mundo habitable.

Alrededor de este mundo, una luna solitaria orbitaba sin fin, su superficie rocosa no ofrecía un ambiente hospitalario para la vida, ya que el oxígeno era un compañero ausente.

Sin embargo, un ser, supremamente poderoso, caminó sobre la extensión desolada de la luna con una actitud despreocupada, como si fuera un paseo tranquilo por un parque.

Contemplar a un ser así induciría un gran temor, lo que llevaría a uno a arrodillarse o huir desesperado. Su sola presencia tenía la capacidad de hacer temblar incluso a los gigantes más poderosos y temblar a las hormigas más pequeñas.

Describir este ser rayaría en el surrealismo, haciendo que cualquier relato sea increíble. Su forma estaba lejos de ser ordinaria, desprovista de la piel que poseen los humanos, con huesos blancos brillantes contorsionados en proporciones diabólicas. Parecía artificial, como si hubiera sido creado para existir, un concepto tan desconcertante como verdadero. El ser era su propio creador, una noción que desafiaba la comprensión convencional. Sin embargo, el poder que ejercía era inconmensurable, por lo que comprender su naturaleza sería comprender la naturaleza de la existencia.

Sobre su cabeza, un halo oscuro flotaba, irradiando una divinidad impía que emanaba del ser. Y un miasma oscuro rodeó a la entidad, consumiendo la mayor parte de la luz circundante.

Sus túnicas divinas ondeaban como si estuvieran atrapadas en un viento inexistente, un fenómeno curioso teniendo en cuenta la falta de aire de la luna. Sin embargo, desafió las limitaciones del mundo natural.

En su mano izquierda, el ser sostenía un magnífico bastón dorado con un agarre firme, un bastón que albergaba siete orbes divinos de inmenso poder, cada uno poseía el potencial de rivalizar con mundos enteros.

"Finalmente, paz". Declaró, su voz resonando con autoridad incuestionable, una voz digna de un dios encarnado.

Con un movimiento rápido de su mano derecha, un trono de obsidiana negro se materializó detrás de él, y el ser se sentó, inspeccionando el mundo de abajo. Desde este punto de vista, el mundo parecía insignificante, casi insignificante. Y considerando las capacidades del ser, muy bien podría serlo.

No había nada que le impidiera aniquilar al mundo si así lo deseaba. Sin embargo, ¿para qué serviría eso? Resultaría en una tierra llena de cuerpos sin vida, tanto muertos como no-muertos. ¿Qué clase de mundo sería ese, si no un espejo del que había escapado?

"No, eso no está bien". Pensó, entendiendo que simplemente terminar con toda la vida no era su objetivo. Su deseo era gobernar sobre la vida, marcando el comienzo de una era de paz eterna para su progenie y los habitantes de este mundo, mientras expandía su poder, ahora sin restricciones por las reglas del mundo. Tal objetivo estaba a su alcance.