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—  No voy a comerte, Yibo. ¿Me tienes miedo, acaso? 

La voz de Xiao Zhan había cambiado, ahora era más baja y ligeramente ronca, sonaba jodidamente sensual a los oídos del pirata, quien sólo pudo parpadear un par de veces.

— Sé que los tuyos tienen esa idea, en dónde dicen que los seducimos para llevárnoslos al fondo del mar y comerlos, pero no es verdad.

Mentiría si dijera que no se sintió curioso respecto a eso, así que giró para acostarse de lado frente al tritón y escucharlo con interés. 

— Jamás podría hacerte daño Yibo, te has convertido en alguien valioso para mí. 

El corazón del pirata latió emocionado tras las palabras del tritón. El castaño no podía simplemente explicarse que era lo que le pasaba desde esa mañana que despertó con el chico a su lado. Se sentía eufórico y temeroso a la vez, aterrado pero fascinado. 

— ¿Sabías que si una sirena te besa, te concede la habilidad de poder nadar bajo el agua, sin morir por falta de aire? —  Xiao Zhan comentó, mirando el rostro de Yibo mientras la sorpresa se reflejaba en los ojos del pirata. Se sintió sumamente contento de tener toda la atención del castaño para él solo —  He escuchado que algunas sirenas se han llevado a humanos con ellas porque se... enamoraron.

Hablar de enamoramientos era algo muy fuerte y serio para Yibo, por lo que tragó saliva al término de las palabras del tritón.

— ¿Es que no te has dado cuenta, Yibo?, el que me ha hechizado has sido tú a mí.

Yibo tenía muchas ganas de decirle que era imposible, que en realidad él era el hechizado y ni siquiera le había escuchado cantar, pero en su lugar, alargó una mano para colocarla en la suave y tersa mejilla del tritón, acariciando con su pulgar un poco la delicada piel, antes de incorporarse e inclinarse para juntar sus labios a los ajenos, besándole lentamente mientras su mano acariciaba la mejilla del muchacho. Xiao Zhan suspiró sobre los labios ajenos mientras deslizaba sus brazos por la cintura de Yibo y se aferraba a él, dejando paso a la lengua contraria en su boca. 

Jamás habían sentido tal maravilla antes.

Yibo jamás había tenido un amanecer tan maravilloso y deslumbrante como ese. Esa mañana la marea estaba sumamente calmada, por lo que el barco apenas y se bamboleaba mientras navegaban, pero esa no era la razón del porque su mañana ha sido esplendorosa.

Apenas abrir los ojos y recobrar la consciencia perdida por las horas de sueño, se percató de que Xiao Zhan estaba acostado sobre su pecho, uno de los brazos ajenos rodeaba su cintura, abrazándolo con poca fuerza debido a que estaba dormido. La pierna de Xiao Zhan estaba entre las suyas, ligeramente enredadas, y todo su blanco cuerpo relucía con el sol. 

El muchacho respiraba tranquilamente mientras aún dormía, por lo que el pirata se dio el permiso de fijar los ojos en el techo durante unos largos minutos, disfrutando del peso extra sobre su cuerpo, del calor emanando del tritón, y el leve cosquilleo que las mechas oscuras del contrario le causaba sobre su pecho desnudo.

La noche anterior se habían besado hasta quedarse dormidos, literalmente. No había subido de tono, aunque a Yibo le costó muchísimo poder controlarse, pues hace mucho tiempo que había estado con alguien de una forma más... carnal. Le gustaba tener a Xiao Zhan entre sus brazos, por lo que se sintió ligeramente molesto cuando éste comenzó a despertar y se separó de su pecho para mirarlo al rostro.

— Hola.

La voz de Xiao Zhan por las mañanas era ronca y perezosa, le recordaba a un niño pequeño despertando luego de una gran siesta. Yibo se rió y revolvió los cabellos del muchacho, tomando luego su barbilla para acercarlo y plantarle un suave beso que terminó en una leve succión del labio inferior ajeno. No podía evitarlo ahora que conocía el sabor y la increíble textura que esos carnosos labiales tenían.

𝑬𝒍 𝑷𝒆𝒓𝒍𝒂 𝒏𝒆𝒈𝒓𝒂 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora