Se avecinan cambios.

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Primer día viviendo fuera de casa. Voy a pensar en positivo. Me he instalado en mi nuevo hogar temporal, un Domingo, para empezar la semana ya desde aquí. Para mentalizarme de que, al volver a casa, voy a tener a alguien al que abrazar y contarle como ha ido el día. Alguien que me haga sonreír después de un día duro, porque por desgracia los seguiré teniendo... adiós la positividad. Es pensar en el trabajo, y parece que no tengo ni un solo pensamiento positivo. Me es imposible. Mis suegros son bastante particulares. Martha, es una obsesa del control y el orden. No se le puede escapar absolutamente nada, ni puede salir de su casa sin su agenda roja. Es formadora en una empresa que imparte cursos a trabajadores, desempleados, y todo tipo de persona que quiera formarse. En ocasiones, da charlas en la Universidad Complutense de iniciativa emprendedora. Una de las ilusiones de su vida era ser orientadora en un centro escolar, pero tuvo que conformarse con impartir clases a adultos. Había cuidado de su madre desde muy joven, ya que, su padre murió cuando ella solo tenía tres meses. Nunca le conoció, por lo que se crió sola con su madre. Su madre, según iba cumpliendo años, necesitaba más cuidados. Como siempre había estado la una para la otra, tenía que estar pendiente también de ella. 

Por otro lado, John, su marido o futuro ex-marido, que sé yo, es todo lo contario a Martha. Tiene un sentido del humor bastante peculiar, y nunca tiene nada organizado. Prefiere que la vida y los planes le sorprendan. Trabajaba en una empresa de publicidad, hace años, se dedicaba a pintar las vallas publicitarias, anuncios y todo lo relacionado con propaganda que te pudieras encontrar por la calle. Pero con los años, el negocio se modernizó y pasaron a ser fotos directamente impresas, por lo que ya no mantenía las mismas tareas en el trabajo. Se dedicaba a preparar salas de reuniones, o llevar a algunos directivos de un lado para otro. La única "carga" que él tiene, es su hijo. 

La relación que había entre Martha y John, era bastante complicada. Desconozco porque su relación había llegado a ese punto. Ni si quiera su hijo era capaz de entenderlo. Discutían a diario por cualquier despiste. Roces por la vida cotidiana, humillaciones constantes, una competición de ver quien era más fuerte que el otro. Y como ninguno quería abandonar su casa, seguían conviviendo a pesar de llevar años sin tocarse e incluso casi sin dirigirse la palabra. 

Ambos, eran personas con mucho carácter. Muy directos a la hora de decir lo que les molestaba de los demás, y totalmente sinceros. Pero no siempre con buenas palabras. Algo que, por desgracia, John ha heredado de ellos. Sin embargo, conmigo ninguno había tenido una mala palabra. Las discusiones las tenían estando yo en su casa, pero hacia mi jamás ha habido una voz más alta que otra. Ellos fueron los que animaron a John para que me dijera de quedarme a vivir aquí. 

A mi siempre me ha costado mucho entablar conversaciones. Me considero una persona bastante tímida y en ocasiones, sobre todo con adultos, me cuesta relacionarme. Cuando era pequeña y vivía con mi abuela, siempre me apartaba de todo tipo de conversaciones. Siempre era demasiado pequeña para opinar sobre algo, o para hablar con los mayores. Era una frase que siempre me acompañaba en casa, y que, por desgracia, al crecer, lo seguía haciendo. Además de mi abuela, toda mi vida he estado rodeada de personas que me decían lo que podía hacer y lo que no. Frases como "tú aquí no pintas nada", o "no opines de algo que no sabes". Siempre me han cortado bastante a la hora de expresarme, por lo que ahora lo sigo arrastrando. Al relacionarme, o intentarlo, con los padres de John, tengo la misma sensación que entonces. La sensación de que soy una niña y de que no debo meterme en cosas de mayores, porque no me corresponde. O de que no tengo "derecho" a tratar temas cotidianos con ellos. Como si me fueran a decir que lo que les voy a contar estuviera mal, o no fuera lo suficiente madura para la edad que tenía. Tengo la constante idea de que piensen que no soy la novia mas adecuada para su hijo. Me han hecho sentir siempre que valgo tan poco, que hasta yo misma me lo creo constantemente. 


Los días en casa de John están yendo bastante bien, en lo que a la convivencia se refiere. Pasamos tiempo juntos. Nos contamos que tal nos ha ido nuestro día, vemos películas y series. Y el sexo cada vez es más frecuente. A pesar de que vivir con sus padres, mantenemos una vida sexual bastante activa. Corremos mucho riesgo, a que nos pillen in fraganti eso si. Pero a pesar de ello, en ese sentido, me hace sentir bien. Con todo lo que viví hace años, al principio de estar con John tenía un miedo espantoso a la hora de mantener relaciones sexuales. Hace ya tiempo que no estoy a gusto con mi cuerpo y me costaba mucho el desnudarme totalmente delante de él. Me sentía avergonzada de mi físico. Pero poco a poco, me ayudó a sanar. En el aspecto sexual, gracias a él, soy capaz de disfrutar. Me ha costado mucho poder decirlo, eso sí. Pero terminé tan destrozada de mi última relación que no pensaba que nadie me iba a querer jamás. Y mucho menos gustar a alguien de aquella manera. 

La rutina, en definitiva, estaba bien. No me pesa el hecho de ver a mi pareja todos los días, de hecho, me alivia mucho las tormentas. Pero, aunque esté a gusto, es como si me faltara mi rinconcito seguro. Mi refugio. He decidido que voy contarle a John, la situación real que tengo en el trabajo. No puedo más. Llevo varios días intentando disimular que no pasa nada, pero la presión que tengo en el pecho está acabando conmigo. Porque no consigo que ese dolor desaparezca. Está presente durante la jornada laboral, pero también está en casa cuando intento aparentar normalidad. 

¿Qué tal el día Kat?

Bastante mal la verdad... -dije apenada.

¿Tu jefa sigue aún sin formarte en condiciones?

Ya no es solo eso... es que, tiene razón, no se hacer nada de lo que ella me pide y cuando lo intento, lo hago mal. He repetido un archivo de facturas ya tres veces y no consigo que me salga bien. 

Pero, eso no es tu culpa, si a ti no te enseñan bien, no puedes hacer bien tus tareas por muchos estudios que tengas.

Ya bueno, no sé John. Cada vez me resulta más difícil ir a trabajar, me cuesta mucho tener fuerzas para ir. Me encierro cada día a llorar en el baño ¿sabes? Pero no me puedo ir de ahí por que necesitamos el dinero para comprarnos nuestra casa. -Dije conteniendo las lágrimas.

¿Cuánto tiempo llevas así? 

Pues desde que entré a trabajar allí. No consigo encajar, quizá esto no es lo mío y he tirado cuatro años de mi vida estudiando algo para lo que no valgo.

Has sido capaz de llevar tu sola un departamento en un hotel de lujo, ¿Cómo puedes decir que no vales para ello? Eso no es verdad Kat...

Mi jefa me dice constantemente que los títulos que tengo, parece que no me sirven de nada, porque no tengo ni idea de hacer nada. Escuchar eso todos los días, me ha hecho creérmelo. -Le conté con un nudo en la garganta.

No te creas todas esas gilipolleces de verdad...

No puedo evitarlo John, de verdad que no puedo. Intento ir cada día a trabajar con el mejor humor posible, pero los días son siempre igual. Me encierro una o dos veces al día en el baño a llorar, me seco las lágrimas, y a seguir aguantando hasta que llegue la hora de salir para poder estar aquí en casa contigo. 

Mira, vamos a hacer una cosa. En mi trabajo, hay una oficina, podemos mandar tu currículum e intentar que te cojan. Yo no tengo muchos contactos ahí dentro, pero podemos intentarlo, ¿Qué te parece?

Cualquier vía de escape me valdría, pero no me quiero ir de este sitio, sin tener otro trabajo. No quiero perder la oportunidad de tener nuestra casa. 

Vale, pues prepara uno y mañana mismo lo entrego en Recursos Humanos.

Al contarle todo, me he liberado bastante. Pero también he visto como el mismo se estaba sintiendo mal por no darse cuenta de todo lo que estaba viviendo. Además de sentirse culpable por que no pudiera irme de allí, por haber empezado nuestro proyecto de futuro. Por primera vez en varios meses, siento que las cosas me pueden ir bien, que hay una pequeña posibilidad. La empresa en la que trabaja John, está en el aeropuerto. Es un almacén que mueve mercancía por transporte aéreo. El se encarga de cargar mercancía en las bodegas de los aviones, tanto en aviones de pasajeros como de carga. Es un sector bastante sacrificado, por lo que el me ha contado alguna vez, pero no creo que sea peor de lo que estoy viviendo ahora mismo.

Ey, soy Kate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora