02: amistad o nada

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"El amor no mira con los ojos, sino con el alma.
—William Shakespeare"

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10 de febrero, 2019.

Dejé de contactar con él, ya no quería verlo, todavía su rechazo me dolía.

Dejé de ir tan seguido a la casa de su tía, donde nos habíamos conocido hace siete años. Cada vez que veía a Dave o a Maria, evadía el tema de saber sobre Nolan o hablar de él, simplemente ya no preguntaba por él como hacía antes.

Dejé de ser la misma, cambié de un momento a otro y comencé a salir con muchos chicos, intentando que alguno de ellos llenara el vacío que él dejó en mí. Pero no, no podían. Por aquel entonces era demasiado inmadura como para darme cuenta que, lo que tenía que hacer, era sanar sola. Pero bueno, ya eso era otro tema aparte.

Dejé de verlo por unos largos meses. Meses en los que intentaba ignorar ese cosquilleo de querer saber sobre él, de preguntarme cómo estaba, si me extrañaba o si le sigo importando aunque sea como amiga. La incertidumbre carcomía mi interior, y había jurado, que cuando se me diera la oportunidad, me vengaría. Si, él me había convertido en alguien rencorosa, vengativa y orgullosa. Sin saberlo, estaba comenzando a crear un monstruo.

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19 de febrero, 2019.

Era una de las tantas ocasiones a las que salía a caminar. Ese día el sol se había escondido detrás de unas nubes grises cargadas de lluvia, el viento soplaba tan fuerte que se distinguía el olor a tierra mojada por donde sea que pasases. Pronto llovería.

Era inexplicable como la lluvia podría brindarme tanta paz, y al mismo tiempo tanta nostalgia. Era uno de esos días en los que sentía que el mundo me caía encima, "preocupaciones de adolescente", pensé.

The Weeknd sonaba contra mis oídos, la música atravesaba los auriculares conectados al teléfono. Había logrado una rara obsesión con sus canciones, y sentía a Nolan en la mayoría de ellas.

Caminaba sin rumbo, me dejaba llevar por mis propios pensamientos, sumida en un sinfín de opiniones mentales, en una conversación conmigo misma.

Solté un suspiro sonoro con las manos en los bolsillos del abrigo que cargaba, precisamente no hacía frío, pero mamá era tan sobreprotectora que al percatarse del clima me dejó salir con la condición que estuviera abrigada. Estaba que me derretía, casi.

Una gota me cayó en la cabeza, fruncí el ceño y miré hacia el cielo gris. Apuré el paso. Otra gota, después otra, y tres más. Mierda. No podía lloviznarme, iba a ganarme un resfriado de seguro.

Y de momento, una fuerte lluvia cubrió la ciudad.

Corrí lo más que pude hasta la parada cercana, lo que más me importaba era que tuviera techo y un asiento para esperar. Maldije en voz baja por ser tan lenta, no podía correr más rápido, mis tobillos eran tan débiles que de cualquier cosa podría lesionarme.

Alcancé la parada y una vez debajo del techo, mi respiración se sincronizó con los latidos de mi corazón. Estaba sofocada. Hacía tiempo que no corría tanto.

La lluvia agitó con fuerza la ciudad, y ya sabía que esto iba para rato, así que conseguí asiento. Sequé la pantalla de mi celular y me coloqué mejor los auriculares. The Weeknd todavía sonaba.

Era fascinante ver el pavimento mojado, las calles solitarias por la lluvia caer con fuerza, las personas corriendo de ella. Tomé una gran bocanada de aire, respirando la tranquilidad.

La versión de un nosotros © (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora