03: noche estrellada

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"Llegamos a amar no al encontrar a la persona perfecta, sino aprendiendo a ver cómo perfecto a alguien imperfecto.
-Anónimo"

🌈

15 de marzo, 2019.

No habíamos vuelto a quedar desde aquel día, esa tan enfrascado en pasar las materias que no tenía tiempo, así que no me quedó de otra que dejarlo pasar y conformarme con textearnos casi diariamente.

Era frustrante que las cosas no salieran como quería. Joder. Odiaba que cuando planeaba algo me saliese todo al revés y tenía que improvisar en el camino. Si había decidido que eso era rojo, es porque iba a terminar siendo rojo, no azul, ni verde, ni ningún otro color.

Lo bueno de no haber vuelto a quedar -y relatándolo con tristeza- es que había dejado tiempo para mis amistades y para mi vida en general. Ah, y para ligar con otros tíos, claro.

No hubiera sacado mi peor lado, aquel egoísta y atrevido que no le importaba nadie; sino fuera porque Nolan había pactado en que seamos amigos. Así que, tristemente, debía conformarme con eso también. Y yo no era de las que se conformaba con la mínima cosa, pero por no perderlo de todo era capaz de hacer de todo.

Había enviado el último mensaje cuando coloqué una película. Era uno de esos días en los que estaba sola en casa, mis padres habían salido a casa de unos amigos, a beber de seguro, y como era una antisocial de mierda, prefería quedarme en casa con mi propia compañía.

Me gustaba pasar tiempo conmigo misma. Aprovechaba el momento para estar tranquila y encontrar paz en aquella casa del demonio, donde siempre estaban gritando. Estar aquí sola era reconfortante.

Me entretenía escuchando música a todo volumen, atormentando a mis vecinos cuando cantaba, bailaba como una loca frente al espejo, me seducía a mí misma, chateaba libremente, leía, escribía, hacía de todo y nunca me aburría conmigo misma.

Estaba en uno de esas conversaciones que muchos adolescentes tenía con uno mismo, y suena a cosa de locos, pero a veces se necesita la opinión de un experto. Así que cada vez que me quedaba sola, hablaba conmigo misma en voz alta, viendo todas las perspectivas posibles de todas las situaciones.

Tocaron a la puerta cuando estaba en la cocina, preparándome algo de comer. Gruñí y bajé el sartén, encaminándome a ver quién era. Muchas veces no contestaba y dejaba que tocasen la puerta todo lo que quisieran hasta que se cansaran, fingía que no estaba ahí porque no quería atender a nadie. Pero también habían otras veces en las que venían mis amigos sin avisarme, así que no me quedaba de otra que abrir de vez en cuando.

Una figura masculina apareció al otro lado de la puerta y mi corazón comenzó a latir con fuerza. No esperaba verlo. Hacía semanas que no lo veía en persona y a pesar de haberlo extrañado, me había acostumbrado a eso.

Así que volverlo a ver, ahí, en mi casa, había mandando a la mierda todos mis planes de estar con cualquier otra persona. Y eso era lo que siempre pasaba cada vez que lo veía: se me olvidaba el mundo entero.

-Hola -saludó con una sonrisa de labios sellados.

Su voz era algo que...Dios mío, ¿cómo podía gustarme tanto? ¿era capaz que alguien te gustara tanto que cada vez que lo tenías cerca sentías que volvías a nacer? ¿eso era posible acaso?

La versión de un nosotros © (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora