05: citas y discusiones

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"La mente es extraña, ayuda, pero a veces daña.

—Canserbero"

🌈


25 de abril, 2019.

No habíamos hablado de ese beso, pero se notaba la tensión cada vez que estábamos cerca el uno del otro.

Cada vez que texteabamos evitábamos el tema. Sabía que teníamos que hablarlo tarde o temprano, pero no me sentía lo suficientemente lista como para hablarlo con él y que me dijera algo que no me gustara. No quería que jugara conmigo. Aunque, si seguimos sin hablarlo, era exactamente lo mismo.

Un día, reuní coraje y lo invité a salir. Si, yo. Yo lo invité. Y con esto me refería que yo iba a pagar, sin importar lo terco que él fuera. Había tomado todos mis ahorros, con él valía la pena.

—Pero que guapa —Lena entró en mi habitación, y la miré.

Ella siempre fue de estatura baja y delgada. Su rostro era tan adorable que a veces me encontraba a mí misma apretujando sus mejillas, era una tierna ardilla.

-Gracias -le di un beso en la mejilla, y ella se sentó en el borde de mi cama, viendo el desastre de ropa encima de ella.

—¿Necesitas ayuda?

Asentí, frenéticamente.

Y ahí estábamos nosotras. Mi mejor amiga y yo. Ella siempre tuvo buen gusto de la moda, y por aquel entonces no sabíamos muy bien sobre ella, pero hicimos lo que pudimos. Después de estar casi media hora eligiendo, terminé con una blusa roja de tirantes y un pantalón corto.

—Te queda de maravilla —mi mejor amiga aplaudió, y me miré en el espejo.

Entonces ví la hora en mi celular y recogí todo en mi pequeño bolso.

—Debería irme, se me está haciendo tarde.

—¿Tomarás algún transporte?

—Si, voy en taxi, no te preocupes —besé su mejilla como despedida—. Muchas gracias, te amo.

—Yo también te amo, pásatelo de maravilla —vociferó antes de marcharme.

🌈

Vale. Estaba muy nerviosa.

Mis dedos cosquillearon y mi estómago se retorció cuando el conductor detuvo el taxi en el lugar correspondiente. Tras unos breves segundos que tomé para calmarme —que fue en vano— le pagué y bajé.

Solté un suspiro, intentando calmar el hormigueo que recorría todo mi cuerpo, fue imposible, claro. Cada segundo que pasaba, me encontraba más nerviosa. Es sorprendente lo que tu cuerpo puede sentir según sus emociones. Mi estómago se retorcía.

Caminé hasta donde lo había citado, espero que esté ahí, odio a las personas impuntuales. Para la impuntualidad estaba yo, no los demás.

Atravesé el parque, cada paso que daba se sentía pesado. Estaba a punto de darle frente a algo que me ponía de los nervios. Quería hablar sobre el beso, y aclarar las cosas. No quería que jugara conmigo, no, no iba a permitirlo.

La versión de un nosotros © (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora