ben chilwell!

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La Formula Uno llevaba años de reconocimiento a través del mundo y grandes fanáticos seguían aquel deporte a través de sus televisores, y los afortunados presenciando las carreras en vivo y en directo.

En los últimos años, finalmente, la Formula Uno para mujeres había recibido el reconocimiento que merecía. En especial ese año, por lo que las pilotos sabían, los patrocinadores habían organizado un fin de semana lleno de visitas de celebridades de distintos ámbitos.

Actrices, directores, influencers, futbolistas y mucho más. Así que sería un fin de semana con mucha diversión, Theodora había comenzado a cargar su batería social días antes.

―¿Formula Uno de mujeres?

Ben Chilwell detuvo su camino al ver la insignia que le habían otorgado en la entrada del evento.

―Me mentiste ―le recriminó a su acompañante, Mason Mount. ―Creí que si iba a sudar tanto un fin de semana en Australia por unas carreritas, al menos lograría conocer a Lewis Hamilton.

Mount rio y colocó su mano en el hombro de su compañero, haciéndolo caminar de una vez por todas.

―Tranquilo, Chilly.

―No estoy tranquilo, odio el calor, Mason. Y comienzo a odiarte a ti.

Mason colocó una mano en su pecho ofendido.

―Te aseguro que nos vamos a divertir este fin de semana y te olvidaras de cuanto odias el calor ―Mason seguía arrastrándolo por las calles repletas de personas. ―Además, si lo que tanto te molesta es que no vas a tener un autógrafo de Lewis…

―¿Qué?

Mason detuvo sus pasos y Ben lo imitó, mirándolo con las cejas levantadas para que siguiera hablando.

―Que quizás no tengas el autógrafo de Lewis, pero puedo conseguirte el autógrafo de otro Hamilton de su familia…

Ben tardó un segundo en entender a que se refería, pero cuando lo comprendió, abrió su boca ofendido y comenzó a negar. Mientras Mason asentía con una sonrisa.

―No, no, no…

―Sí, sí, sí ―Mason trató de mostrarle su mejor sonrisa inocente.

―Sabes que la odio. Me iré ahora mismo al hotel y voy a encerrarme ahí hasta que pueda volver a Inglaterra.

―¡Ben, vamos! ―Mason rodeó sus hombros con un brazo para seguir caminando. ―No pueden odiarse por siempre, son mis mejores amigos.

―Ella me odia a mí, no es mi culpa.

Mason lo miró como diciendo “¿Enserio?”

―Si mal no recuerdo la pelota que le rompió la nariz a Theo la pateaste tú.

MUCHACHOS, fifas one shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora