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Milena acababa de llegar a la secundaria de Italia a la que estaría asistiendo durante unos cuatro meses en modo de intercambio, estaba emocionada y nerviosa al mismo tiempo.
Hace rato que tenía ganas de irse de intercambio, y por fin pudo cumplir su deseo.
Cuando entro a la dirección del colegio se encontró con otro chico hablando con quien suponía era el director.
―Ciao signorina Torales.
―Ciao.
Había estado practicando su italiano desde que aprobaron el intercambio. Desde que llegó al país se dio cuenta que era muy distinto hablar el idioma con personas natas a hablar sola en su habitación con sus peluches.
Ingresó tímidamente a la oficina, bajo la atenta mirada del chico de cabello castaño. Ella le sonrió mínimamente antes de sentarse a su lado.
―Milena lui é Matías, Matías lei é Milena ―los presentó, ambos se miraron por un segundo. ―Dato che oggi è il primo giorno per entrambi qui, mi è venuto in mente che sarebbe stata una buona idea per loro stare insieme a conoscere la nostra amata istituzione.
(Milena él es Matías, Matías ella es Milena. Debido a que hoy es el primer día de ambos aquí, se me ocurrió que sería una buena idea que estuvieran juntos aprendiendo sobre nuestra amada institución)
Ninguno de los dos supo cómo objetar a lo dicho por el director, a Milena no le molestaba estar pegada a Matías por lo que quedaba del día, es más le parecía bien la idea porque no quería estar sola.
Así que sin esperar un minuto más salieron de la dirección dispuestos a encontrar el salón de su primera clase.
―Chi hanno giá presentato, ma comunque, un piacere sono Matías ―dijo él extendiendo su mano hacía ella. (Ya nos presentaron, pero igualmente, un gusto soy Matías)
Milena sonrió y tomó su mano. ―Piaciere di conoscerti, sono Milena. Di dove sei?
(Encantada de conocerte, soy Milena ¿De dónde sos?)
―Argentina ―Matías levantó su cabeza en alto al decir el nombre de su país. ―Sono campione del mondo.
Milena no pudo aguantarse y soltó una risita, haciendo que la sonrisa de Matías se desvaneciera y la mirara con una ceja levantada preguntándole que le daba tanta risa.
―Yo también soy de Argentina.
Soulé abrió sus ojos demás sorprendido, internamente feliz de encontrar a otra argentina. Tampoco quería estar solo en otra escuela que no conocía y un país al que acababa de llegar.
―¿Me estás jodiendo? ―dijo él con alegría.
―Para nada ―Milena levantó su buzo color negro, revelando la camiseta celeste y blanca con las tres estrellas. ―Envuelta en la patria.
