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- ¿Tenés hambre? - preguntó el dueño del perro.

- SI - gritó el gato que para el oído del humano se oyó como un maullido enérgico y desesperado.

- Pasen - el humano se hizo a un lado, el perro entró corriendo y el gato entró muy despacio oliendo todo a su paso.

- Chan, ¡abajo! - el humano regañó al perro que por tanta emoción se había subido a un sillón. - Sabes que primero te tengo que bañar, después si te podes subir.

- ¿Y la comida? - le preguntó el gato a Chan que estaba inquieto por tener una visita nueva en su casa.

- En la habitación de la comida.

- ¿La habitación de la comida?

- Si. Seguime.

El perro fue rápido a la cocina y el gato lo siguió sin dejar de oler lo que se le cruzaba.

- No tengo alimento de gatito, ¿te gusta el atún? - dijo el dueño del perro agachándose otra vez mientras abría una lata.

- No soy un gatito. No me gusta que me digan así... Wow. ¿Qué es eso? - el gato empezó a olfatear desesperadamente cuando el humano abrió por completo la lata. - Huele rico.

- Es tu comida, comé - el perro dio un ladrido de felicidad mientras veía al gato comer desde un tarrito pequeño que le había alcanzado su humano.

Minho el gato ⋆ minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora