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El primer invierno de Minho en una casa llegó. El gato no podía creer que era la primera vez en su vida que no sentía el punzante frío de la calle en sus patitas. O el viento congelando sus orejas.

- Afuera está nevando... Pero no hace frío - dijo Minho que observaba por la ventana.

- Es porque en la nieve podemos jugar un rato, no mucho o nos hace mal. Por eso en invierno pasamos más tiempo adentro - explicó el perro.

- Yo temblaba mucho en invierno.

- ¿Como lo que haces ahora?

- No, eso se llama ronronear. Antes temblaba de frío, ahora no estoy temblando - el gato lamió su pata y la pasó por su cabeza.

- Podemos ir a jugar un rato afuera, ¿querés? - el perro rascó la puerta pidiendo salir y su dueño le abrió.

Chan saltaba emocionado intentando atrapar la nieve que caía y Minho sólo salió a la entrada de la casa para observar.

- ¿Te da miedo salir? No hace nada la nieve - le contó el humano al gato que lo estaba mirando desde el piso.

- Me da miedo que me olvides afuera y pasar frío otra vez.

- Tengo una idea... - el chico entró rápido a la casa y a los minutos se apareció con lo que había sido una manga de una remera. Ahora era solo un cilindro de tela con agujeritos en ella. Tomó en sus brazos al gato y le puso ese invento que había hecho tan rápido para abrigarlo. El gato se quedó inmóvil unos segundos ya que se sentía raro.

- Anda a jugar si querés, gatito.

- No puedo... Caminar... - el gato daba pasos extraños haciendo reír a su dueño.

- Minho, ¿te aprieta o sos exagerado? - el humano se agachó para comprobar que no le estuviera haciendo mal en serio.

- Voy a morir. No puedo caminar. No me puedo mover. Ya morí - el felino se dejó caer al suelo quedándose quieto y haciendo reír aún más a su dueño.

- Sos un dramático - el chico le sacó el intento de abrigo que le había puesto y Minho volvió a ponerse de pie.

- ¿Qué pasó? - el perro se había acercado ya que había escuchado algo que amaba, a su dueño reír.

- Hola Channie, ¿vamos adentro? ¿O vas a seguir jugando?

- NO, SEGUIR JUGANDO - el perro volvió a correr feliz en la nieve ya que aún no quería entrar, así que su dueño se quedó sentado en la entrada de su casa junto al gato.

- Mañana vamos a ir al veterinario... No sé si tenes vacunas o no y no quiero que te enfermes - dijo el chico acariciándole la cabeza al animal.

- Qué es eso?

Minho el gato ⋆ minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora