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- Si te baño, ¿me vas a arañar? - el dueño del perro acarició la espalda del gato mientras terminaba de comer.

- TE QUIERE BAÑAR - dijo el perro que se había emocionado aún más. - Es lindo. El agua está tibia, te hace masajes en la cabeza y después oles rico.

- Yo me baño solo.

- Pero oles a tierra. No te va a dejar dormir en su cama.

- ¿Una cama? - el gato estiró su cola curioso.

- Si. Es un almohadón gigantesco.

- ¿No duele bañarse?

- Que no, es lindo.

El dueño del perro subió las escaleras y Chan lo siguió muy feliz ya que al fin era la hora de su baño. El gato, por otro lado, dudaba subir esos escalones que lo llevaban a lo desconocido.

- Rápido. Rápido o se enfría el agua - dijo el perro ladrando.

- Shh, Chan tranquilo - su dueño se rió y pegó su frente a la cabeza del perro. - Vas a asustar a nuestro amigo nuevo.

- Perdón - el perro miró apenado al gato que si se había asustado.

- Vení gatito, vení - el humano le sonrió y jugó con su mano en el piso, llamando la atención del gato.

El gato los alcanzó y al llegar al segundo piso, volvió a olfatear todo. Los siguió al baño donde el perro se metió rápido y sin dudar en lo que parecía una gran fuente de agua, salpicando a su dueño y haciéndolo reír.

- ¿Qué es eso? - preguntó el felino.

- Una bañera. Metete.

- No me gusta el agua. No sé nadar.

- Es poca agua. Acá nos va a bañar. Metete. Metete. Metete.

El humano se sorprendió al ver al gato subirse en el borde de la bañera. No forzó al animal a nada, solo lo observó. El gato miró miedoso el agua, pero el perro se veía contento, capaz no era tan malo. Cuando se animó a saltar en el agua, el dueño del perro aplaudió suavemente para no sobresaltar al gato.

- Está contento. Está orgulloso. ¿Viste lo que hizo? - dijo el perro mirando al gato.

- ¿Está contento de mi?

- Si, yo también. Vas a ver que te va a gustar mucho bañarte así.

El gato miró el agua que llegaba a mojar su panza, el agua empezaba a teñirse de un claro marrón ya que el animal comenzaba a desprender la tierra que tenía pegada hacía rato ya que no se la había podido sacar con su lengua.

El humano se puso shampoo para animales en sus manos creando espuma y empezó a masajear a Chan. El perro cerró sus ojos y se dejó disfrutar el momento.

Minho el gato ⋆ minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora