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El chico le hizo upa al gatito que cada vez pestañeaba más lento, todo sin dejar de derramar lágrimas por el animal.

- Chau gatito, gracias por haber llegado a mi vida.

- Chau papá, gracias por haberme dado una casita.

El gato abrió su boca, pero no pudo maullar con sonido, así que la cerró, así también como a sus ojos. Y no volvió a abrirlos.

El chico llegó a su casa tarde al otro día ya que no quería dejar el cuerpo de su hijo animal. Volvió sin su gato, tenía en su mano el collar celeste con el pescadito que decía "Minho" y en la otra, una cajita negra muy triste donde cargaba cenizas de su felino. Al ver que Chan se acercó corriendo, se arrodilló y abrazó fuerte a su perro.

- Ay Channie... Perdón por volver sin Minho, perdón.

- ¿Dónde está? ¿Lo están curando todavía? ¿Qué pasó? ¿Ese es su collar? ¿Por qué tenés su collar?

- Ahora ésto va a ser tuyo, ¿si? ¿Me prometes que lo vas a cuidar muchísimo? - el chico mientras todavía lagrimeaba, puso junto al hueso del collar del perro, el pescadito que era de su gato.

- Lo prometo, lo voy a cuidar mucho... ¿Y eso? - el perro olfateó la cajita que sostenía su dueño, haciendo que el humano volviera a llorar y mientras acariciaba a su perro, le explicó lo que era.

El chico podría jurar que vio como su mascota entendía cada palabra que le decía. Más porque Chan, el perro, comenzó a llorar de verdad, derramando gordas lágrimas por su querido amigo Minho, el gato.

Minho el gato ⋆ minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora