Finalmente había terminado mi horario. Jungkook seguía en su despacho y afortunadamente no lo había visto desde el accidente con el vaso de agua.
Esperé a que un taxi pasará cerca de la empresa para poder regresar a mi departamento, sin embargo, un deportivo negro se detuvo en frente de mí. Di un paso al costado, tal vez estaría esperando a alguien más. Sostuve mi atención en la búsqueda de uno de esos malditos autos amarillos que habían decidido no pasar por aquí.
—Elena —escuché su voz desde el auto. Efectivamente era él—. No pasan taxis por aquí. Sube, te llevaré.
—No se preocupe señor Jeon. Caminaré, gracias.
—No me molesta llevarte. Sube, Elena.
No lo dijo con un tono autoritario pero aun así fue como si voz me hipnotizará para hacer todo lo que él quisiera.
El viaje en silencio no era incomodo como creí que podría ser. Jungkook tenía la mirada fija en la calle. No quise observarlo tanto, pero era magnético de alguna forma. Llevaba las mangas de su camisa arremangadas hasta los codos. Anillos decorando sus dedos. Su brazo tatuado por completo. El cabello oscuro caía por su nuca.
De pronto me vi atenta a cada detalle y al parecerlo lo notó.
— ¿Te gustan? —interrogó sin quitar la vista del coche que tenía delante. Apenas ladeó una sonrisa.
— ¿Qué cosa? —sentí mis mejillas arder.
—Mis tatuajes. Llevas tiempo viéndolos.
—Si —me limité a responder con timidez—. Vivo en aquel edificio de allá —señalé aliviada de ver mi humilde hogar.
— ¿Allí? —su cara de disgusto no fue para nada disimulada.
—Algunos no tenemos la suerte de vivir en barrios finos y hoteles cinco estrellas. Pero aunque no lo crea, señor Jeon, es muy agradable.
—Ya te había dicho que no me digas señor...
—Perdón, Jungkook —corregí.
— ¿Pagas mucho por vivir aquí? —detuvo el auto y observó el edificio con especial atención.
—No tanto la verdad. Me sorprende que no se caiga a pedazos.
— ¿Lo dices en serio? Es peligroso —reí ante su reacción.
—Es un edificio viejo, pero es seguro... eso creo. Tiene un pequeño balcón que me permite ver la ciudad. De noche es precioso —tomé mi bolso—. Aunque me gustaría que fuera más grande, me conformo con lo pequeño que es. Hasta mañana, señor... Jungkook. Gracias.
—Hasta mañana, Elena.
Destapé uno de los vinos que Valerie dejó aquí hace un mes atrás cuando consiguió un mejor trabajo y abandonó el club. Pasamos la noche celebrándolo, riendo sobre algunas anécdotas y teniendo charlas profundas de lo mierda que era estar allí bajo la manipulación de Steve y sus hombres.
Me coloqué una camisa que me funcionaba como pijama y me deje caer en el sofá. Las luces apagadas, el departamento iluminado por la luz exterior. Soñaba siempre con algo mejor pero realmente amaba tener mi lugar.
El celular sonó alejándome de mis pensamientos. Salté del sofá para atender. Me tensione cuando vi quien era y la hora.
—Elena, disculpa la hora...
—No se preocupe. Dígame que sucede.
—Sé que no es horario de trabajo pero, ¿podrías darme una mano con un proyecto que debo entregar mañana? No puedo solo.
—Claro. Envíelo por mail y dígame que debo hacer.
—De hecho pensaba en ir, si no te molesta —di un vistazo rápido al desastre—. Estaré allí en diez minutos. ¿Te gusta la comida china?
—Jung...
Claramente no me dio tiempo a responderle, cortó. Corrí a ordenar toda la ropa tirada. Los cubiertos sin lavar. Las frituras en la mesa y las bolsas abiertas. Odiaba ser tan desorganizada.
Escuché el timbre por lo que corrí a abrir la puerta. Jungkook vestía informal. Una playera oversizes. Unos pantalones cargo y unas zapatillas deportivas.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo y ladeó una diminuta pero obvia sonrisa. Bajé mi vista a mi cuerpo y noté que aún seguía con la maldita camisa blanca. Intenté cubrir mis piernas pero era imposible.
—Mierda —solté. Jungkook ingresó al departamento—. Olvidé cambiarme.
—No te preocupes —quiso reír.
—Date vuelta —enarcó una ceja—. Por favor, date vuelta.
— ¿Por qué?
—Iré a ponerme un pantalón.
—Ve, esperaré aquí —se sentó en el sofá.
—No puedo ir.
— ¿Por qué?
—La camisa no es tan larga para cubrir mi trasero —mis mejillas se encendieron. ¿Desde cuanto tenía tanta confianza con mi jefe?
—Bien, cerraré mis ojos. Ve a cambiarte.
Lo vi cerrar sus ojos y corrí a la habitación.
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Si te enamoras, pierdes - Jeon Jungkook
ФанфикJeon Jungkook uno de los empresarios más exitosos de Seúl. Un joven ambicioso y egocéntrico. Conocido, no solo por su fortuna, sino por ser uno de los hombres más hermosos y más codiciados de la ciudad. Ajeno a la idea del amor y de un «para siempr...