Jeon Jungkook uno de los empresarios más exitosos de Seúl. Un joven ambicioso y egocéntrico. Conocido, no solo por su fortuna, sino por ser uno de los hombres más hermosos y más codiciados de la ciudad.
Ajeno a la idea del amor y de un «para siempr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Desperté ante la atenta mirada de Jungkook y sus caricias, acostado a mi lado. Observando cada detalle de mi rostro, hipnotizado. Sonrió cuando abrí los ojos.
—Buenos días, preciosa —no negaré que me gusto ese saludo pero me extrañó demasiado. —Buenos días... — ¿Qué quieres desayunar? —Sorpréndeme. —Bien —dejó un besó en mi frente y se marchó hacia la cocina.
Me quedé acostada allí unos segundos intentando entender que acababa de suceder y por qué ahora Jungkook parecía ser mi nuevo novio, cosa que claramente estaba lejos de ser real. Abrí el mensaje de Jackson en mi celular y respondí a sus «buenos días». Me sentía un poco culpable por haberlo dejado plantado anoche pero valió la pena. Decidí que más tarde le enviaría un mensaje y lo invitaría a algún estúpido plan para compensar lo de anoche. Sentí el olor a pancakes y me levanté de la cama para ir a desayunar.
Jungkook llevaba puestos su ropa interior de CK, los cuales le quedaban perfecto, como si él fuera un modelo de esa mismísima marca. Me senté en las banquetas junto a la isleta de la cocina y tenía la vista perfecta a su espalda trabajada.
—Y aquí tiene sus pancakes, señorita. —Se ven deliciosos. ¿Cuánto costarán? —Mm, a ver... —se estiró sobre la mesada para darme un beso—. Con eso bastará... Por ahora. —Me gustó ese «por ahora».
Desayunamos juntos, cual familia, extraña. Me ayudó a limpiar lo que habíamos ensuciado. Su celular sonó mientras terminábamos de cambiarnos, frunció el ceño en cuanto atendió.
— ¿Ahora? Estoy ocupado... —caminó por la habitación—. Bien, bien... Iré enseguida. Le avisaré al señor Kim —cortó la llamada. — ¿Pasa algo? —Debemos ir al club para cerrar el trato —tomó las llaves de su auto—. Vamos. —Yo... No creo que... —Debes venir conmigo, Elena. Eres mi secretaria y necesito tu ayuda con los papeles. Sabía que sería inútil rehusarme. Terminé de subir el cierre de mi vestido y peinarme y lo acompañé.
Namjoon se encontraba en el club, había llegado unos minutos antes. —Buenos días —sonrió quitándose los lentes de sol. —Buenos días, Namjoon. ¿Y Hana? —Se quedó en el departamento. Su panza ya pesa mucho. — ¿Cuánto tiempo le queda? —inquirí con curiosidad. —Una semana más, aunque ya saben, puede nacer cuando quiera. Por eso nos iremos en dos días. Cerraré este trato hoy para luego poder disfrutar un poco más de la ciudad e irme. —Bien. Vayamos entonces a cerrar ese contrato. Tragué con fuerza antes de entrar y aunque el lugar no era muy iluminado me dejé puestos los lentes, como si eso funcionara para encubrirme.
Un escalofrío me recorrió apenas ingrese. Odiaba este lugar y odiaba que los recuerdos me atacaran apenas sentía el olor a alcohol y cigarro mezclados. Vi a Charly, uno de los dos dueños del lugar y me alejé de Namjoon y Jungkook. Fingí hablar por teléfono para que Jungkook no me presentara.
Me sentía una idiota, podría haberle dicho la verdad a Jungkook pero el temor de que me mirará con rechazo por mi pasado o se aprovechara de eso, era mayor que la culpa que sentía ahora. Vi que Charly se alejó para preparar unos tragos y me acerqué rápido a Jungkook.
— ¿Pasó algo? —me susurró apenas llegué a su lado. —Nada importante. Iré al baño. —Bien, no te tardes, debes estar presente a la hora del trato. Asentí y me marché.
Sabía perfectamente dónde estaba el baño. Seguí el pasillo detrás de una cortina de terciopelo roja vino hasta encontrarme con la puerta al final del camino. Mi brazo fue agarrado con fuerza y jalado hacia el interior de una de las habitaciones, donde solía bailar. No pude gritar, fue astuto en cubrir mi boca con su mano. Respiré agitada por el temor que no tardó en convertirse en odio cuando vi quien era.
— ¿Por qué ahora no saludas Frutillita? —ladeó una sonrisa. Odiaba ese maldito sobrenombre que ellos me pusieron aquí. Nuestra verdadera identidad no era nunca revelada por el simple hecho de que era mal visto que una mujer trabajara en un lugar así y fuera de aquí teníamos una vida—. Veo que nos dejaste por el empresario Jeon. Te va bien, ¿verdad? ¿Te cogió ya? Como lo hace con todas. Eso es algo que todo el mundo sabe —soltó una risa asquerosa—. Sabes, frutillita, gracias a tu renuncia, nos ha ido tan mal. Eras una de nuestras estrellas aquí y los hombres que solían venir a buscar tu atención, ya no vienen. Ya sabes, eran hombres de mucho dinero y aportaban demasiado al club, pero ahora ya no lo hacen. Una lástima que nos hayas dejado... Pero.... Forcejee para poder librarme. Finalmente me quitó la mano de encima. — ¿Pero, qué? —Podrías volver. —Ni muerta, Steve. Estoy bien donde estoy. —Supongo que Jungkook no lo sabe, ¿verdad? —Me mantuve en silencio—. Me imaginé. No te hubiera contratado si sabe a qué te dedicabas. —Él no es así —realmente no estaba segura de lo que decía. — ¿En serio lo crees? Bien, vamos a decirle que eras una de nuestras bailarinas. — ¡No! — ¿Por qué no? —sonrió burlonamente—. Será bueno para él saber que su secretaria tiene conocimiento de este lugar. —Haré lo que pidas, pero no le digas. Ya sabes que no somos bien vistas. — ¿Lo que pida? —Si. —Vuelve.