Si te enamoras, pierdes - Jeon Jungkook

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   Terminé de abrochar mi camisa. La joven de rodillas frente a mí, limpió el líquido que caía por su barbilla con una mirada llena de picardía. Ladeé una sonrisa al verla.
   Se puso de pie y rodeó mi cuello con sus manos. Continué con los botones de mi camisa sin levantar la vista.

   —Eso fue increíble, Jungkook —dio un recorrido de besos desde mi cuello hacía mis labios.
   —Tu eres increíble, cariño —mordí su labio y sostuve su mentón.
   —Iré a darme una ducha. Puedes acompañarme si quieres.
   —Me encantaría preciosa, pero debo terminar mi trabajo. Apresúrate, llamaré un Uber para que te lleve a tu casa.
   — ¿A mi casa? —Enarcó una ceja—. Creí que...
   — ¿Quedarte aquí? —Asintió algo perdida—. Lo siento, preciosa pero no soy de los que cogen y luego te prepara una cena romántica. O duerme abrazado a ti. Te llamaré un Uber para que no tengas que caminar.
   —Pero...
   —Lo lamento, así funciona conmigo. Creí habértelo dicho.
   —Lo hiciste, pero creí que era broma.
   —Nunca bromeo, cariño —caminé hacía mi laptop.
   —No te preocupes, me iré en taxi. Gracias —recogió sus cosas y se marchó.
   No iría detrás de ella si eso esperaba con la escena dramática que acaba de hacer.

   La alarma sonó como cada mañana. Lo mejor de ser el dueño de la empresa era poder llegar a la hora que quiera.
   Me preparé mi desayuno y tomé una ducha para quitarme la pereza de encima.

   El frio golpeó mi rostro en cuanto salí del auto. Le entregue las llaves a Nick y se llevó el coche al estacionamiento privado de la empresa.
   Me gustaba observar el edificio. Me sentía orgulloso de ser yo quien llevara adelante el negocio que mi padre me dejó.

   Al ingresar a mi despacho vi la puerta abrirse detrás de mí. Lilly ingresó con su tapado puesto y su pequeño bolso en la mano.

   —Lilly, buen día —rodeé el enorme escritorio para poder sentarme al fin.
   —Buenos días, Jungkook.
   — ¿Acabas de llegar?
   —No, señor.
   —No necesitas decirme así, Lilly. ¿Debo recordártelo?

   Lilly era mi secretaria personal y también una de las mujeres con las que había compartido mi cama. Agradecía que siempre haya sido tan reservada aunque no me importaba que los empleados supieran que era un adicto al sexo.
   Las mejillas de Lilly se encendieron, mordió su labio ocultando su sonrisa tímida.

   —No, Jungkook —clavo sus ojos llenos de lujuria en los míos.
   Me puse de pie y caminé hacía ella.
   —Me gusta la falda que llevas hoy. Lástima que este tapado cubra gran parte de tu piel —deslice mi mano por su pierna. Subiendo hacía su ropa interior. Lilly soltó un pequeño gemido cuando mi dedo rozó su intimidad.
   —Jungkook —soltó en un suspiro—. Detente.
   — ¿Por qué? Nadie nos verá.
   —Debo irme —sostuvo mi mano.
   — ¿Irte? ¿A dónde?
   —No me odies pero he conseguido un trabajo en el exterior. Debo irme esta tarde.
   —Pero, Lilly...
   —No te preocupes, te he enviado los curriculums que han entrado en las últimas semanas. He seleccionado los mejores, elije a cualquiera. Todas son aptas para este puesto.
   —Me has dejado desconcertado —era demasiada información en menos de quince segundos.
   —Gracias por todo, Jungkook. Y descuida, nadie se enterará de lo que pasó entre nosotros. Suerte.
   —Adiós Lilly.

   Pasé la mañana observando quien podría ser mi nueva secretaria. Lilly tenía razón, su tarea no era algo difícil. Cualquiera podía hacerlo.

   Estaba entre dos mujeres. Una tenía buenas recomendaciones, mucha experiencia y sabía hablar en tres idiomas.
   La otra era unos dos años más joven que yo, solo sabía inglés pero tenía buen manejo de la tecnología. Había trabajado como mesera y ayudante de cocina. Supuse que podría prepararme el café como lo hacía Lilly y tal vez traerme algo de comer cuando pasaba el día encerrado aquí.
   Llamé a ambas. En cuestión de unas dos horas llegaron.

   La primera mujer era un par de años más grande que yo. Parecía ser educada, muy inteligente y extrovertida. Sabía desenvolverse con facilidad ante la entrevista.
   Era atractiva aunque no me atraían las personas mayores que yo. Era obvio que quería seducirme o simplemente decidió venir con una camisa escotada a pesar el frio cortante que hacía afuera.
   
   Se cruzó de piernas delante de mí y lamió sus labios. Mis ojos cayeron hacía el encaje rojo de su ropa íntima. Ella ladeo una sonrisa.

   —Muy bien, señorita... —leí el apellido en la hoja—. Smith. Estaré comunicándome con usted apenas me decida —me puse de pie para estrechar su mano. Ella me imitó pero se inclinó un poco para darme una mejor visión de su pecho.
   Se marchó y llamé a la próxima.

   Escuché los pasos resonando en el mármol de mi despacho. No levanté la vista hasta que no supe que estaba frente a mí.

   —Señorita... Jones —leí el apellido y subí mi rostro hacía ella.

   Llevaba el pelo algo despeinado, supongo que por el viento. Una pequeña liga lo sostenía en una coleta baja. Su nariz y sus mejillas rosadas, resaltaban en su piel pálida.
   Sus labios en un color natural, sonreían con timidez para mí.

   No trato de llamar mi atención con polleras cortas, ni con escotes pronunciados. El perfume de jazmín me envolvió en cuanto se acercó para estrechar mi mano.
   No hizo falta mucho para decidirme por ella.

   —Bien, Jones... —ella se puso de pie apenas terminó la entrevista—. ¿Te molestaría comenzar mañana mismo?
   —No, claro que no —intentó contener su sonrisa.
   —Bien, te esperaré mañana a las 9hs aquí en mi despacho.
   —Gracias, señor Jeon.
   —Dime Jungkook, Elena. 

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Como siempre, no me puedo contener las gansa de publicar el primer capítulo. 
¿Que les pareció? 
Cuando estaba escribiendo este capítulo no pensé en que Jungkook sea el mismo que de la novela de Namjoon, pero cuando puse lo de que él se sentia orgulloso por la empresa que su padre le había dejado, me di cuenta de que era parecida a la historia de ese personaje. 
Así que aquí esta, veamos que tal la vida de Jungkook <3