Jeon Jungkook uno de los empresarios más exitosos de Seúl. Un joven ambicioso y egocéntrico. Conocido, no solo por su fortuna, sino por ser uno de los hombres más hermosos y más codiciados de la ciudad.
Ajeno a la idea del amor y de un «para siempr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lisa besaba mi cuello mientras desabotonaba mi camisa y sus manos se deslizaban por mi abdomen. Sin embargo mi mente estaba en el departamento de Elena, dónde ella y ese chico estaban, seguramente, divirtiéndose.
— ¿Te sucede algo, Jungkook? —Lisa se apartó fastidiada. —No. Escuché un ruido, iré a ver —quise ponerme de pie pero Lisa me devolvió a mi lugar. —Solo son tus vecinos teniendo sexo —ladeó una sonrisa—. Deberíamos imitarlos —volvió a deslizar sus manos con rapidez. —Lisa... Lo lamento, he bebido demasiado, no me siento bien. —Déjame hacer el trabajo a mí —intentó bajar el cierre de mi pantalón. —No, Lisa. Hoy no. Vete a tu casa.
Sabía que esto me costaría caro, probablemente no volverla a ver, pero no me importaba. Lisa tomó sus cosas y sin despedirse, se fue furiosa.
Me quedé apoyado en la puerta, pensando seriamente en ir hacia arriba y llamar a Elena, pero mi orgullo era mayor y sabía que eso no me correspondía. Yo fui el primero en decir que no quería nada serio, era solo sexo casual, como lo era con muchas. No entendía porque Elena provocaba algo distinto, apenas la conocía. Tal vez solo era el efecto del alcohol, seguro. No me hacía razonar bien las cosas cuando bebía más de cinco copas.
Me metí en la cama y cerré mis ojos. Decidí dejar el ventanal del balcón un poco abierta para que ingresara un aire fresco del exterior. Estaba a punto de caer dormido cuando escuché su risa y la de él. Bufé molestó y tomé el celular.
—Lamento interrumpir tu cita, pero, ¿podrían hacer silencio? Intento dormir. Tal vez es hora de que tu amigo regrese a su casa. Mañana debemos hacer unos trámites.
Esperé unos segundos observando la pantalla. De pronto las tildes se volvieron azules pero no hubo respuesta. Respiré hondo y me enfoqué en dormirme. No tenía sentido todo lo que estaba sucediendo.
Desperté más tarde de lo usual y vi las llamadas perdidas de Elena. Era cerca del mediodía y acababa de enviarme un mensaje.
—Bien, supongo que has cancelado lo de los trámites. Me iré a almorzar con Jackson, si necesitas algo sobre eso me llamas.
Salté de la cama y tomé lo primero que encontré para vestirme. Unos cargos negros y una camiseta blanca. Ni siquiera me había visto en un espejo, no había visto mi cabello ni mi rostro. Al bajar por el ascensor y llegar a la recepción, vi a Elena y ese tal Jackson a punto de irse.
— ¡Elena! —grité en medio de la sala. Ella volteó frunciendo el ceño, confundida—. ¿A dónde vas? —Le envíe un mensaje, señor Jeon —odiaba que me llamara así, pero entendí porque lo hacía. —No lo leí —mentí—. Debemos ir a hacer los trámites que te dije ayer. — ¿Ahora? —le dio un vistazo a su amigo. —Sí, ahora. Discúlpanos, Jackson, ¿verdad? —él asintió—. En otro momento podrás almorzar con ella. Vamos, Elena —avancé solo unos pocos pasos, suficientes para escuchar su corta conversación. —Me la pase increíble contigo. —Yo igual, Jackson. —Y de nuevo, perdón por el corte. Espero que la próxima vez que nos crucemos, sea diferente la forma en la que me tope contigo. Adiós, Elena —pasó por mi lado—. Adiós, señor Jeon —me agradaba que él me llame así. — ¡Espera! —ella corrió hasta alcanzarlo. Mierda—. Ten, este es mi número. Llámame, si quieres, podemos vernos esta noche o mañana... No lo sé cuándo tú quieras. —Te llamaré —él sonrió y dejó un beso en su mejilla. Por fin se fue. — ¿Ya podemos irnos? —pregunté colocándome mis lentes de sol.
No hablamos durante el viaje, pero quería hacerle tantas preguntas que no debía. Solo tenía que volver a mi lugar. Recordar quien soy y que quiero. No necesito estas ridiculeces del amor. Solo diversión y eso era Elena para mí.
