-18- [+18]

858 51 0
                                    

   Ya estábamos en la terraza, Jungkook me había presentado a su padre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   Ya estábamos en la terraza, Jungkook me había presentado a su padre. Todos aquí eran personas adineradas y finas, lo opuesto a mí.
   Todos conversaban con alguien, mientras yo estaba en un rincón comiendo algunos bocados que estaban sobre la mesa de aperitivos.

   No recuerdo bien cuantas copas había bebido, pero aún estaba en perfecto estado. Jungkook a lo lejos hablaba con Namjoon y Hana, pero cada tanto su mirada se desvía hacia mí.
   El mozo pasó con otras copas de champagne y rápidamente tomé una. Estaba a punto de terminarla de un sorbo cuando me fue arrebatada.

   — ¿Podrías dejar de beber como si estuvieras en un maldito bar?
   — ¡Dios! ¿Cuál es tu problema, Jungkook? —grité en un susurro ahogado.
   —Todos te están viendo. Ya llevas cinco copas.
   —Gracias por contarlas por mí, lo había olvidado —sonreí y le arrebate la copa para terminarla   —. Vine a esta fiesta aburrida porque tú lo dijiste. Nadie se acerca a hablar conmigo. Me has presentado a tu padre y nadie más.
   —Bien, ven conmigo.

   Me jaló de la cintura y me pegó a su cuerpo. Tambaleé, pero dudo que fuera por el alcohol. Me guio hacia un grupo de personas y sin soltarme me presentó, solo como Elena, no como su secretaria.
   Luego me llevó a otro grupo, en el camino tomé otra copa, ya que todos bebían.

   —Un placer —derramé un poco sobre los zapatos de un tipo. Jungkook me jaló cuidadosamente hacia atrás—. Ups, lo lamento.
   Me alejó del resto, noté el estrés en su rostro y sobretodo en la vena que se marcaba en su cien.
   —Ya deja de beber. Vas a estropearlo.
   —A veces te odio —susurré cerca de sus labios.
   —Vamos a comer.

   Tomó mi mano y me llevó a la mesa. Su padre sentado en una punta, Jungkook se sentó alejado de él y me sentó a su lado. Todos estaban entretenidos en sus charlas y en la comida.
   Mi celular sonó en mi bolso, Jungkook codeó mi brazo y buscó la mirada de su padre, que por supuesto nos miraba disgustado.

   —Apaga eso —masculló.
   —Ya lo hago —bajó la mesa observé la llamada perdida y comencé a escribirle.
   — ¿Qué te dije de usar el celular? ¡Sobre todo en la mesa!
   —Es solo un mensaje.
   — ¿Por qué haces todo lo contrario a lo que te digo?
   —Tal vez quiero que me castigues —guardé el celular sin quitarle los ojos de encima. Jungkook levantó ambas cejas.
   —Bien.

   Tiro, disimuladamente, un cubierto al suelo. Absolutamente nadie lo miro, nadie le prestó atención, ni siquiera su padre. No entendí lo que intentaba hacer.
   Se metió debajo de la mesa, detrás del largo mantel blanco. Observé a la gente preocupada de que notarán la ausencia de Jungkook.

   De pronto sentí su mano tocar mi pierna, sentí un cosquilleo en mi panza. Se deslizó hacía arriba lentamente, por el tajo del vestido. Me obligó a abrir las piernas y sentí su respiración cerca.
   Con sus dedos corrió mi ropa interior y sentí el calor de su lengua moviéndose en mi intimidad. Clavé mis uñas en el cojin del asiento, intentando ahogar los gemidos. Solo fueron unos segundos hasta que se detuvo y volvió a salir.

   — ¡Lo encontré! —salió con el tenedor, victorioso.
   — ¿Cuánto llevas ahí, hijo?
   —Apenas dos segundos, papá. ¿No se han dado cuenta?
   — ¡No! —el viejo río.
   —Creo que sus conversaciones son demasiado entretenidas —acomodó su cabello.
   — ¿Estás loco, verdad? —susurré acercándome a él.
   — ¿Por qué estas roja? —Intentó controlar su risa—. Sigue portándote mal y verás.
   — ¿Me estas desafiando?

   La velada finalizó. Jungkook y yo veníamos en la camioneta de regreso al departamento.

   — ¡Olvidé llamar a Jackson! ¡Maldición!
   —No lo llames.
   — ¿Disculpa? ¡Claro que lo llamaré!
   —Tu trabajo no ha terminado hasta que no lleguemos a tu departamento.
   —No sabía que estaba en horario de trabajo. Disculpe, señor Jeon —me burlé.
   —No lo llames.
   —Deja de decirme que hacer, Jungkook. Es mi vida.
   Le envié un texto a Jackson para decirle que llegaría al departamento y luego iría al suyo.

   Llegué, Jungkook me dejó pasar primero, luego la luz se fue. La poca iluminación era gracias a la ciudad iluminada que dejaba ver el gran ventanal.

   —Dije... —Jungkook comenzó a desatar los nudos de las tiras que sostenían mi vestido por la espalda—.... Que no lo llames...
   — ¿Qué haces?
   —Te has portado muy mal, Elena —bajó el cierre y el vestido cayó al piso—. Debes recibir tu castigo.
   —Jungkook...

   Sus labios rozaron mis hombros. Lo sentí detrás de mí, pegado a mi cuerpo semi desnudo. Sus manos me abrazaron atrayendo a él. Subieron por mi abdomen hasta tomar mis pechos desnudos. Besó mi cuello desesperado.

   Me volteó para quedar frente a él, respiró agitadamente contra mi boca.
  —Te deseo tanto, Elena. Deseo tanto hacerte mía, una y otra vez.

   Me besó, introduciendo su lengua en mi boca, devorándome como un animal. Bajó con su lengua hasta mis pechos. Los mordió y los lamió calmando el ardor. Introdujo sus dedos dentro de mí, haciendo crecer la humedad.

   —No perdamos tiempo —me llevó hasta la mesada de la cocina, la más cercana. Me lanzó allí, apoyé mi pecho, mis manos y mi rostro sobre el frio mármol, mientras él, detrás de mí continuaba con sus dedos dentro de mí, moviéndose rápido.

   Se arrodillo y me ordenó abrir las piernas para él. Se quitó la camisa, él solo era un espectáculo. Mordió mi intimidad y luego metió su lengua, rápidamente, haciéndome temblar, aferrándome al mármol y lo que tuviera cerca.
   Se alejó para quitarse lo último de ropa. Observándome en aquella posición, dudoso.

   —Hazlo —ordené—. ¡Hazlo, Jungkook! ¡También te deseo!

   Lo vi de reojo masturbarse un poco para luego acercarse a mí y penetrarme por detrás. Aferrado a mi cintura, lamiendo mi espalda.
   El dolor se convirtió en placer rápidamente. Me alejé un poco de la mesada sin perder la posición, solo para llevar una de mis manos a mi clítoris y ayudarme a estimularlo, mientras él seguía dentro de mí.

   El celular sonó, me tensé.
   —No atiendas.
   —Debo... debo hacerlo, él me está esperando.
   —No, no lo hagas.
   —Jungkook —lo alejé y corrí al teléfono. Atendí, Jungkook se acercó, corrí a mi habitación y me senté en la cama.

   Jungkook se arrodillo frente a mí y abrió mis piernas para luego comer mi intimidad.

   — ¿Hola? —logré hablar. Jungkook continuaba lamiendo mi clítoris.
   —Elena... ¿Pasa algo?
   —No... ¿Por? —era cierto que mi voz no sonaba como siempre.
   —Te escuchas algo... agitada.
   —No, no, estoy... —Jungkook introdujo dos de sus dedos mientras seguía jugando con su lengua en mi vagina—... Bien.
   — ¿Vienes? Quería verte...
   —Sí, iré... —Jungkook pujó con fuerza dentro de mí haciéndome soltar un gemido que disimule rápido—. ¿Sabes? Creo que hoy no podre —vi como sonrió victorioso. Gemí más fuerte cuando noté que estaba llegando al orgasmo—. Te veo pronto, adiós.

   Corté la llamada y alejé a Jungkook. Me acomodé mejor en la cama y continuamos.
   Toda la noche, en distintas posiciones, una y otra vez. El mejor castigo. 

Si te enamoras, pierdes - Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora