Capítulo 14

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Los años pasaban y Howard nuevamente se sumergía en sus proyectos. Había descubierto la manera de estabilizar el reactor con la ayuda de un nuevo elemento que lamentablemente no podía sintetizar.

Aquel momento fue tan alucinante como decepcionante. Descubrir un nuevo elemento es asombroso, pero de qué servía si no podía obtenerlo. El proyecto de arrancar una carrera energética quedó nuevamente en nada.

Sin embargo, intentó construir su prototipo inestable de reactor para presentarlo en la Expo Stark de ese año como la innovación del momento. Asimismo construyó una maqueta de lo que sería la ciudad del mañana.

Howard tenía grandes expectativas en aquel proyecto, pero sus esperanzas más grandes estaban puestas en el pequeño castaño que en ese mismo momento intentaba colarse en su oficina para curiosear.

El pelinegro sonrió al ver a su pequeño hijo esconderse detrás de la maqueta. Tony siempre hacía lo mismo, al principio le molestaba y lo terminaba corriendo del taller o la oficina porque solía desconcentrarlo de sus proyectos.

No obstante, Peggy le reprochaba cada vez que eso sucedía y para Howard no era nada agradable tener a su esposa enfadada, pues su espalda solía sufrir las consecuencias por dormir tanto tiempo en el sofá.

El pelinegro terminó acostumbrándose a las visitas de su pequeño hijo. Asimismo, Tony comenzó a demostrar su inteligencia en otros ámbitos como matemáticas, la lectura o incluso la mecánica.

El bebé observador que buscaba la oportunidad para robar dulces, quedó en el pasado. Ahora era el niño de cuatro años que ya sabía leer, contar números de grandes cifras y hasta armar sus propias placas de circuitos eléctricos.

Su hijo era todo un genio y Howard estaba seguro que haría grandes cosas en el futuro. Por esa razón, la maqueta de la ciudad del mañana la construyó especialmente para Tony. Ahí estaba la llave del futuro junto a toda su investigación.

Quizá jamás podría sintetizar aquel nuevo elemento que acababa de descubrir, pero Howard estaba seguro que si había alguien en este mundo que podía lograr tal hazaña, ese era su hijo, Anthony.

El pelinegro se enfocó en preparar su discurso para la Expo, aún no sabía bien que decir y su equipo de camarógrafos estaba listo para grabar por lo que no tendría otra opción más que improvisar.

El empresario saludó al equipo de grabación y fingió no notar que Tony se encontraba escondido detrás de su maqueta. El director gritó "Acción" y Howard se ubicó junto al escritorio mientras trataba de buscar las palabras adecuadas para su presentación.

— Ahora todo es posible con la tecnología. Mejor vida, buena salud y por primera vez en la historia de la humanidad la posibilidad de la paz mundial. Soy Howard Stark y todo lo que necesitan para el futuro está aquí — Dijo acercándose a su maqueta para señalarla — Espera — Indicó al equipo de grabación — ¿Debería decir Ciudad del Futuro o Ciudad del Mañana? — Preguntó más para sí mismo — Ciudad del futuro, ciudad del mañana — Murmuró tratando de identificar qué nombre sonaba mejor — Empecemos de nuevo, luego lo editas — Indicó al camarógrafo antes de mostrar su mejor sonrisa — Soy Howard Stark. Todo lo que necesitan para el futuro está aquí — Señaló a la maqueta.

Lamentablemente, toda la inspiración que surgió para completar su discurso se esfumó al notar el desconcierto de su equipo de grabación, pues el director tenía una mueca graciosa en su rostro, mientras que el camarógrafo parecía contener una carcajada.

El pelinegro volteó hacia la maqueta notando que el travieso de su hijo había decidido salir de su escondite para jugar con su preciada maqueta. Suspiró tratando de contar hasta mil como Peggy le había enseñado. La paciencia es la clave de todo, una frase muy utilizada por su bella esposa.

Un Futuro DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora