Capítulo 2

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Peggy suspiró por enésima vez en el día viendo cómo sus cosas eran acomodadas en la mansión Stark. Trás un nuevo suspiró trató de recordar cómo es que llegó a esta situación.

Todo sucedió hace una semana cuando sus malestares estomacales por fin cedieron y atravesaba un nuevo trimestre en su embarazo, hasta ahí todo parecía ir de maravilla.

No obstante, fuertes dolores en su espalda empezaron a afectar hasta la más simple tarea tanto en su hogar como en el trabajo, pues ni siquiera era capaz de estirarse para alcanzar algunos muebles.

Howard al asistir diariamente a su oficina en las instalaciones de Shield lo notó. No podía tomar las carpetas de los estantes así como tampoco podía alcanzar los alimentos de su despensa en casa.

Peggy no podía creer lo dramático que fué su amigo al notar esos detalles y ahora al vivir juntos debía soportarlo las veinticuatro horas del día por lo que restaba de su embarazo.

También los señores Jarvis, estaban al tanto del embarazo, sin embargo, en todo este tiempo no había tenido la oportunidad para hablar con ellos, pero ahora los vería más a menudo.

— Peggy, Hola. Howard ya nos contó todo. Felicidades por tu embarazo — Y hablando de los Jarvis, Ana se acercaba para darle la bienvenida — Sígueme, te guiaré a tu habitación. Yo misma preparé el cuarto — Comentó.

La castaña siguió a la mujer hasta una linda habitación en el primer piso, detalle que agradecía ya que en unos meses más su panza sería tan grande que no toleraba la idea de subir escaleras.

— Espero sea de tu agrado — Mencionó con una sonrisa.

Ana se mantuvo en la puerta, Peggy se adentró a la habitación y pudo notar sus maletas a un lado del cuarto cuyas paredes eran color crema y contrastaba con los muebles de madera con tonalidades más oscuras.

La alcoba era bastante espaciosa, contaba con una televisión, un armario, un escritorio, un tocador con un gran espejo, un sofá y una cama para dos personas en el centro, además de su propio baño privado.

— Gracias, es preciosa — Murmuró admirando la habitación.

— Puedo ayudarte a desempacar — Se ofreció.

— No es necesario — Declinó.

— Insisto. Howard me comentó sobre tus malestares en la espalda y no queremos que te sobre esfuerces — Mencionó.

— Howard habla demasiado  Debería mantener la boca cerrada — Bufó.

— Él se preocupa por tí — Sonrió Ana caminando hacia las maletas — Sabes, me alegra mucho que estés aquí. Tengo la esperanza de que tú y tu bebé ayuden a ese hombre a sentar cabeza o al menos a madurar un poco — Dijo soltando una risa.

— Lo daremos en adopción cuando nazca — Mencionó posando una mano en su vientre — Trato de no encariñarme. Sé que es mi hijo o hija, un pedacito de mí y de Howard, pero ni él ni yo estamos listos para esto — Concluyó.

— Peggy. Nadie está preparado para convertirse en madre o padre, tienes nueve meses para hacerte la idea y una vez que nace tampoco estás segura de lo que haces. Las personas que ya tienen hijos pocas veces saben si lo que están haciendo con sus hijos está bien o mal y eso es normal. No hay un manual y simplemente haces lo que mejor te parece — Comentó con sabiduría antes de que una triste sonrisa se reflejara en su rostro — O al menos, eso dicen — Susurró.

La castaña sintió el pesar de la mujer y se sintió culpable al respecto. Ana Jarvis no podría tener hijos debido a una misión que salió mal y la mujer terminó recibiendo un impacto de bala en su vientre.

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