Capítulo 3

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Los meses para Howard se pasaban más rápido de lo que le gustarían, Peggy ya atravesaba su sexto mes de embarazo y más temprano que tarde se marcharía de la mansión.

Aquel pensamiento le causaba una profunda tristeza de la cuál no encontraba explicación, pero suponía que se debía al cariño que le tenía a su mejor amiga. Ella siempre le alegraba el día con sus ocurrencias.

Hace aproximadamente dos meses que comenzaron a vivir juntos y el pelinegro recordaba aquel día como si fuera ayer. Peggy dejando atrás ese pequeño apartamento e instalándose en su mansión.

Recordaba a la castaña desempacando, bebiendo un vaso de agua y rozando sus manos sutilmente. Un suspiro salió de sus labios al rememorar las ganas que tenía de besarla desde aquel día.

No podía evitarlo, el recuerdo de esa noche en la que concibieron a su hijo continuaba latente en su mente y su cuerpo. La suave piel estremeciéndose, sus manos recorriendo cada centímetro, sus suspiros y sus gemidos.

— Señor Stark — Unos toques en la puerta lo sacaron de su ensoñación.

— Adelante — Concedió.

Su voz salió más ronca de lo que quería debido a la excitación que lo atacaba en ese momento. Aclaró su garganta sin levantarse de la silla de su oficina y enfocó su mirada en Jarvis.

— Correo, señor Stark — Sonrió su amigo.

— Déjame las cartas en la mesa. Estoy ocupado leyendo estos documentos — Se excusó.

El mayordomo se adentró a la oficina depositando una gran variedad de cartas en una esquina de la mesa de su escritorio antes de dar media vuelta y marcharse del despacho.

Howard continuó con la mirada pérdida en los documentos fingiendo leerlos o más bien intentando descifrar por qué los recuerdos le afectaban de esa manera. Quizá ya necesitaba una noche con otra mujer.

Su vista se desvió a las cartas que Jarvis depositó en el escritorio, las tomó y comenzó a leerlas. La mayoría eran de parte de nuevos socios de Stark Industries, pero una llamó su atención, una correspondencia desde Inglaterra.

La carta era para Peggy de parte de Amanda Carter, la madre de su amiga. Howard no pudo evitar preguntarse si la castaña le había comentado algo a Amanda sobre su embarazo y su decisión de darlo en adopción.

El pelinegro pensó en sus difuntos padres, quizá a ellos no les agradaría la noticia de dar en adopción a su primogénito. Después de todo su padre se tomaba en serio lo de perpetuar el apellido Stark.

Howard Walter Isaac Stark Sr. Solía recordarlo como un tipo duro y estricto, el hombre era la razón por la que él mismo no se sentía capacitado para ser padre, pues resolvía todo con golpes y un cinturón.

El pelinegro durante su niñez llegó a ser víctima de mucha violencia por parte de su progenitor. Las únicas personas en la familia que le demostraban un real afecto eran su madre y su pequeño hermano.

Los golpes nuevamente resonaron en la puerta de su despacho interrumpiendo sus pensamientos en el proceso. Esta vez fue Peggy quién se asomó por la puerta de su oficina y le regaló una hermosa sonrisa.

— La cena está lista — Mencionó su amiga sin dejar de sonreír.

Howard correspondió a aquella sonrisa y sin soltar la carta de Amanda se puso de pie para acompañar a su amiga al comedor. Todo rastro de excitación había desaparecido trás sus melancólicos recuerdos.

— Ana me ayudó a preparar la cena, pero tuvo que irse a su casa y Jarvis la acompañó — Comentó la agente.

"Ese par de traidores" Pensó.

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