Bostecé, arrastrando los pies en el concreto de la acera. Había dormido poco, pues me acosté tarde viendo las películas con Satoru y ninguno tomó en cuenta que teníamos clase ese lunes en la mañana. Mamá nos regañó a eso de las doce treinta cuando llegó, escuchó el sonido del TV y nos obligó a dormir luego de un jalón de orejas.
Satoru caminaba a mi lado hacia la parada de buses. Las bolsas debajo de sus ojos agotados dejaban ver que anoche se asustó tanto con los espíritus de las películas de, que le costó conciliar el sueño. Cuando le di los buenos días me respondió de mala gana, y eso fue suficiente para concluir que estaba de peor humor que de costumbre. En el bus se quedó dormido en mi hombro, y cuando llegó el momento de que se bajara frente a su secundaria, solo me hizo un saludo vago con la mano en forma de despedida. Vi la estructura del Kitagawa Daiichi a unos cuantos metros, al final de una colina en un callejón, aquel edificio me traía muchos recuerdos.
El autobús siguió su camino. Mis auriculares retumbaban con You Were Loved de One Republic, el paisaje se miraba tan gris como mi ánimo y el olor a tierra húmeda solo me daba ganas de dormir el resto del día. Cerré los ojos, recostando mi cabeza del cristal de la ventana, aún faltaba medio camino hasta mi instituto, que para mi desgracia fue más corto de lo que me hubiera gustado. Bajé del vehículo con extrema lentitud, y volví a arrastrar la suela de mis zapatos hasta la entrada, como si hubiera una fuerza halandome hacia atrás que me impedía andar.
—¡SHI-SHI!— un peso cayó sobre mi espalda, casi tirandome al suelo. El meloso perfume de vainilla me mareó, las pulseras con piedras y ornamentas puntiagudas se clavaron en mis costillas, y el zarandeo de un lado a otro me causó dolor de cabeza. Los cabellos rubios de la otra persona saltaron en todas las direcciones, aún estando presos en una coleta alta. —¡Te extrañé!
—¡Saya!— exclamé su nombre en un saludo, y también en una súplica por libertad —¡Nos vimos el viernes!
—¡Oh! ¡Claro, lo siento!— fiu...
Nakano Saya, una excelente violinista y mi mejor amiga desde el primer año de instituto. Nos volvimos inseparables en el instante en que volcó su jugo de naranja sobre mi uniforme el primer día de clases, se disculpó veinte veces y se ofreció unas treinta a pagarme la lavandería; no la dejé, por supuesto, pero eso no le impidió pagarme el almuerzo lo que quedó de la semana. Era una muchacha enérgica, rústica y torpe, bastante torpe. Tropezaba hasta con sus propios pies, chocaba contra cualquier pared, y rompía todo lo que estaba entre sus manos. Saya intentaba mantenerlo todo bajo control casi siempre, aunque muchas veces la emoción era más de la que podía masticar.
—¿Qué hiciste el fin de semana? ¿Ya viste que Vash sacará un nuevo álbum? ¿Sabías que el color favorito de Aone-kun es el verde? ¡Lo descubrí la semana pasada cuando prefirió ese color de lapicero antes que el azul! ¡¿Puedes creerlo?!— otra cosa que había que saber de ella era que hablaba hasta por los codos.
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𝗔𝗦𝗧𝗥𝗢𝗡𝗢𝗠𝗬 ›› Kageyama Tobio
Fanfiction¿Quién volvería con su ex? Por dios, eso es algo prohibido en la historia de las relaciones. Maruyama Hoshi lo tenía bien claro, ella solo quería volver a ser amiga del vecino. Extrañaba ir a su casa a mirar el techo de su habitación, y comer helado...