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—¿Entonces ya me dirás quién es?

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—¿Entonces ya me dirás quién es?

—¡Aún no!

Saya y yo salíamos de los terrenos de la escuela luego del partido, en el que la victoria había sido para el equipo anaranjado. El atardecer indicaba que era hora de volver a casa, y como ambas tomábamos el mismo autobús de regreso, solíamos irnos juntas casi siempre. La rubia tenía un puchero en sus labios, se veía frustrada porque aún no le había explicado sobre mi conexión con “el chico aterrador de Karasuno”, como ella le había bautizado, ¿y cómo lo haría? Seguíamos en territorio peligroso, podrían haber ojos y oídos en cualquier parte, y eso me hacía mirar a ambos lados mientras caminábamos, totalmente paranoica por si Kageyama estaba en un radio menor a diez metros de nosotras, distancia suficiente para que me oyera hablar del tema prohibido.

El sonar de una bocina de autobús me dió la razón, como la entrada era usada tanto por peatones como por vehículos, teníamos que apartarnos para que el bus se fuera de las instalaciones del Date. Me costó mantener mi boca cerrada cuando ví al pelinegro en una de las ventanas, me miraba enojado y con una chispa de competitividad en sus ojos, seguramente el autobús lo dejaría cerca de casa y yo tendría que caminar ocho cuadras para llegar luego de bajarme de la línea.

Ni siquiera me ofreció un aventón, el muy maleducado. Mis cejas se arrugaron en su dirección, y no reprimí las ganas de decirle que era un grosero... A mi manera.

—¡Huevo de Dragón, chocolate y césped!— le grité, algunos de sus compañeros se asomaron en las ventanas al oírme, pero poco me importaba—. Sin cadenas azules lograrás freír espárragos.

—¡Tony Stark va a casa, y ratatouille Pequeña Granadina más de media hora fresas amargas!— respondió también en un grito, indignándome. Las personas a nuestro alrededor nos miraban como si hubiésemos enloquecido, y con razón, estábamos hablando en un lenguaje secreto que inventamos cuando niños. Ya ni recuerdo las bases, pero sé que Tony Stark es él, Pequeña Granadina soy yo, ratatouille es una forma de decir tonta y fresas amargas se refiere a esperar el autobús.

Si, los niños pequeños tienen ideas muy bizarras y comparativas exóticas.

—Ya enloqueciste— Saya dijo a mi lado, con una expresión muy preocupada en su rostro que me sacó de mi burbuja.

—¡Claro que no!— exclamé —. Aún falta mucho para que llegue la hora de deslizarme hacia la locura.

—¿Segura?

—Muy segura, Saya-chan.

El vehículo se perdió de mi vista una vez cruzó a la derecha, solo alcanzaba a mirar el techo del mismo sobresaliendo del muro exterior que rodeaba al instituto. Resoplé por la nariz, y reanudé el paso hacia la parada de autobuses fuera de la escuela, con el andar de mi amiga rubia algo apresurado por alcanzarme.

—¿Y... ahora sí me dirás?

—Es mi ex— confesé por fin, en medio de un suspiro.

—¡¿TU QUÉ?!

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⏰ Última actualización: Apr 18 ⏰

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𝗔𝗦𝗧𝗥𝗢𝗡𝗢𝗠𝗬 ›› Kageyama Tobio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora