𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲 - 𝗫𝗜𝗫

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Las vacaciones de primavera por fin habían llegado a la soleada California, y junto con ellas, las reuniones que todos esperaban. 

Los hermanos Byers y Argyle esperaban a Mike en el aeropuerto, algunos con más ilusión que otros. Dahlia no pudo contener una sonrisa al ver como iba vestido el azabache, pues con las gafas y la gorra parecía un payaso.

—¡Mike! —exclamó Once emocionada, llamando su atención para que se percatara de su presencia en medio de la multitud.

El chico Wheleer levantó la vista y sus ojos se iluminaron al ver a Ce. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras aceleraba el paso para unirse al grupo. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca abrazo a Once y la atrajo a ella para besarla. Ese momento solo hacía a Lia preguntarse si su reencuentro con Max sería tan emotivo.

—Cuidado, que aplastas tu regalo —le dijo en mitad de el abrazo, mostrando un ramo de flores—. Es una tontería, he cogido estas flores para ti en Hawkins. Sé que te gusta el amarillo, pero ahora creo que me he pasado de amarillo —comenzó a explicar, notando cierto nerviosismo en su voz—. Y también te gusta el morado así que he cogido unas cuantas. He intentado que sea como un setenta treinta por ciento. 

Once recibió las flores con una amplia sonrisa, admirando la mezcla de colores y la delicadeza de los pétalos. El gesto de Mike le pareció encantador, sabiendo que había puesto esfuerzo en elegir las flores que más le agradaban.

—Son perfectas gracias —contestó con una sonrisa.

En ese momento, Lia se acercó al grupo, quedando a su lado. La miró con una sonrisa y, notando cómo había crecido desde la última vez que se vieron, no pudo evitar soltar una risa. Era como si el tiempo hubiera volado y pareciera que no se habían visto durante años.

—Hola, cuanto tiempo —saludó Mike al verla.

—Has crecido mucho —respondió Dahlia entre risas, corroborando las palabras de Mike. No estaba exagerando, parecía que el tiempo había volado y su amigo había experimentado un crecimiento notable.

—Sí, bueno —rió nervioso antes de ver a Will—. Oh, hola.

Will fue a darle un abrazo con una sonrisa en su rostro, pero al mismo tiempo Mike solo le dio un par de palmadas en la espalda, lo cual creó un momento bastante incomodo al parecer de Lia.

—¿Qué tal? —preguntó intentando relajar el ambiente, pero la voz de Jonathan fue más rápida.

—Hola, Mike.

—Hola, ¿Como estás? —tenía una sonrisa incómoda en su rostro debido a la situación de antes.

—Pues bien, tío —contestó con un tono amigable.

—¿Qué llevas ahí? —inquirió el azabache, fijando su mirada en el gran pergamino que Will sostenía.

—No es nada, es un dibujo que estoy pintando.

Sin embargo, el comportamiento de Will delataba que el dibujo tenía un significado especial para él, aunque no quisiera admitirlo abiertamente. La conversación volvió a caer en un extraño silencio incómodo, y Mike tampoco ayudaba a aliviar la tensión con sus respuestas escuetas.

Fue entonces cuando Argyle, el amigo de Jonathan, decidió intervenir en un intento por romper el hielo.

—Que chula la camiseta. ¿Es de Ocean Pacific? 

—Mike, este es mi colega Argyle —explicó el mayor de los Byers.

—Oh, hola.

Cuando Mike se dispuso a darle la mano el hombre de pelo largó corrió a abrazarlo, dejando al azabache con una cara desconcertada. Lia estaba empezando a aburrirse de los abrazos incómodos. 

𝘽𝙧𝙤𝙠𝙚𝙣 𝙃𝙚𝙖𝙧𝙩𝙨 [Max Mayfield]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora