Epílogo.

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Su oficina estaba casi vacía, no es que alguna vez estuviera repleta de cosas, era como una habitación más en la enorme casa

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Su oficina estaba casi vacía, no es que alguna vez estuviera repleta de cosas, era como una habitación más en la enorme casa.

-¿Todo fue enviado cómo debería? –Su asistente ni siquiera lo mira, ha notado que evitar el contacto visual a toda costa.

-Sí, señor. –También de las muy pocas oraciones que le dirige.

Odia a su asistente, no tiene motivos justificados; le molesta que le recuerde tanto a cierta persona y no lo sea.

Sin embargo no puede darse el lujo de despedirla, su asistente conoce la mayoría de su agenda futura y contratar alguien nuevo sería una pérdida de tiempo.

-¿Papá? –Por la puerta su hijo se asoma–, ¿Tienes un segundo?

La asistente sin aguardar alguna instrucción abandona la habitación permitiéndole al hijo ingresar.

-¿Qué sucede hijo? –Adrien se acerca al atril, su padre no puede evitar notar lo bien vestido que esta–, ¿Por qué esa formalidad?

-Por las visitas –Él no está al tanto de la mayoría de las cosas que suceden últimamente–, eso quería preguntarte, ¿Por qué tengo que estar presente?

-Tu madre quiere que estés ahí. –Tendría una mejor respuesta si recordara dicha visita.

-Ni siquiera la conozco, ¿Quién es Nathalie Sancoeur? 

Siente una presión bajar al fondo de su estómago mientras su pecho se escandaliza; observa fijamente a su hijo, preguntándose si le juega una broma, él no soportara que le mienta con algo como eso.

No habla de Nathalie, mientras menos hable o piense menos duele; guarda en lo profundo su recuerdo pero nunca menciona su nombre.

-Una vieja amiga de tu madre y mía –Explica sin sonar desesperado–, ¿Por qué la pregunta? 

-Ella es la visita –Agrega su hijo–, mamá menciono que es importante que sete presente pero no tengo idea de quién es.

-¿Cuándo llegara? –Pide.

-Su tren llegara en unos 25 minutos –Divaga–, mandará al chofer en cualquier momento a recogerla.

-Busca a tu madre –Ordena–, dile que iré a recogerla yo mismo mientras todo esta listo.

-¿Estás seguro? –Evita lucir tan ansioso.

-Bastante seguro –Coloca una mano en su hombro–, por favor dile que voy en camino y que nos esperen.

-De acuerdo. –Al soltar esas palabras su padre lo arrastra a la puerta de salida.

-Gracias hijo. –Ignora a su padre subiendo las escaleras a gran velocidad. Ha actuado extraño pero a esas alturas ese comportamiento ya es usual.

Apresura el paso hacia la cocina, donde su madre prepara los últimos detalles; desconoce a la mujer que los visitará aunque parece importante para sus padres.

Incondicional  ‖Gabenath‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora