Incondicional ‖Gabenath‖

Trece.

Desea abrir los ojos, si tan solo no le pesarán tanto, su cuerpo se siente como si una aplanadora hubiera pasado por encima; la superficie contra la que esta acostado tampoco ayuda, no hay diferencia entre una cama de clavos.

Dicen que cuando estas a punto de morir tu vida pasa frente a tus ojos. Para Gabriel pasaban las últimas horas.

Recuerda estar en lo alto de la torre Eiffel, sus sentimonstruos, a Ladybug con su escuadrón de superhéroes, Félix…

Recuerda el intercambio que sucedió entre ellos, le había entregado casi todos los miraculous; pensó que si no conseguía los de su tiempo, los conseguiría en el pasado.

Recuerda como Ladybug, Chat Noir y esa mujer del tiempo trataron de detenerlo, empezó esta pequeña lucha hasta que los perdió en quien sabe qué fecha y lugar.

Está agotado, sorprendentemente herido y desesperado, si Nathalie estuviera ahí le diría que hacer; el recuerdo de su asistente no había llegado hasta ese preciso instante. Le pidió que regresarán, si su plan había fracasado no tenía sentido alejarlos, no alcanzo a escucharla por la intervención de su sobrino.

-Nathalie… –Susurra.

Entre abre los ojos, la luz del sol apunta directamente a sus ojos cegándolo por unos instantes; ojeando a su alrededor no tarda en notar el pequeño callejón en el que está. Lo recuerda se arrastró hasta ese lugar después de caer de un auto en movimiento en el que viajaban Ladybug y Chat Noir.

La advertencia del uso de todos los miraculous era real, se sintió como una descarga eléctrica que sacudió su cuerpo; el miraculous debía darle resistencia pero lejos de lo esperado, siente dolor. Similar a un alambre de púas recorriendo su cuerpo.

Parece que tiene una maldición, ni teniendo todos los miraculous o viajando por el tiempo podría ganarle, ¿Por qué le sucedía esto? Nathalie dijo que ganaría pero esto es como si la vida lo abofeteara con la verdad absoluta.

No importa lo que hagas, nunca podrás ganar.

Piensa mucho en su asistente, los pensamientos se convierten en recuerdos. Le gustaba verla por las mañanas aunque ella se avergonzada de ello por lo poco presentable que estaba. La manera en que sujetaba su té de un modo muy inglés, como al leer un párrafo acomodaba sus lentes pese a que no estaban desacomodados.

Si morirá mientras las memorias de lo recientemente vivido con Nathalie pasan por su mente, sería una muerte muy agradable. Todo hasta el momento en que lo dejo, se desmorona completamente.

Se maldice a sí mismo, en ese momento fue un completo cobarde, sabía lo que tenía que hacer, sin embargo callo y huyó; confirma por qué Nathalie no lo quiere, merece algo mejor que un hombre que huye a la menor complicación.

Si tan solo fuera lo que ella merece. Sus ojos se abren por completo pese a la molesta luz; él aún puede serlo, puede cambiar, ser el hombre que merece, no es tarde y sobre todo, tiene que saberlo.