Capítulo 7

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Alexa

Llegó el fin de semana y yo estaba tan agradecida de que lo fuera, la última semana había estado tan cansada que lo único que quería era dormir todo el día.

— My little sister... — Emilio entró a mi habitación.

— ¿Ahora que? — respondí mientras mi cara estaba sobre el colchón.

— Madre dice que bajemos a cenar — se sentó junto a mi, pude sentir su peso a mi lado — por cierto, ¿esas contestaciones que eh? —

— Estoy demasiado cansada — me senté — creí que dirías que saliéramos de fiesta —

— En realidad también es una opción —

— De ninguna manera, estoy muy cansada para salir, vamos a cenar y regresaré a dormir —

Me paré de la cama, arregle un poco mi cabello y me quite la bata blanca para bajar a cenar.



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Milo y yo llegamos riéndonos de tonterías como era costumbre, mis padres ya se encontraban sentados conversando sobre algo.

— ¿Como te ha ido en la escuela cariño? — pregunto mi madre mientras traían la cena.

— Ni bien ni mal, lo sobrellevo — respondió Emilio.

— ¿Y tu princesa? — pregunto esta vez mi padre en mi dirección.

— Bien pero bastante cansada, el Doctor Araujo no me da tregua, me trata como si ya estuviese en el internado — me sinceré.

— Luis es muy exigente, estoy seguro que es así porque sabe tu potencial — El Doctor Araujo era amigo de mi padre.

— Pobre de la enana, tan cansada y tan joven — se mofó Emilio.

— Al menos lo mío si es cansado pero interesante, ¿que de difícil puede ser tu carrera? —

— Administración es pesada cuando sabes que tienes una empresa por dirigir — contraataco.

— Uy si, numeritos, numeritos — me aventó un pedazo de fruta cuando vio que me burlaba de él.

— ¡Niños ya! — sentenció mi madre lo que hizo que dejáramos nuestra disputa — ¿Pero sigues siendo alumna de excelencia no? — me pregunto ahora a mi.

— Siempre mamá — sonreí.

Con eso ella me sonrió de vuelta y continuamos cenando tranquilamente mientras cada uno sacaba algún tema a colación.

Aunque a veces mis padres solían ser demasiado exigentes con Milo y conmigo sabía que en el fondo querían que fuéramos personas exitosas, por otro lado a veces era demasiado agotador cumplir con los estándares tan altos de esta familia. Como dije, mi vida no es perfecta pero agradecía lo que tengo.



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Poco a poco comencé a bostezar, estirando mis manos fuera del edredón de mi cama y girando la cabeza en dirección a mi ventana, la luz ya estaba presente y un sábado caluroso me recibía, había descansado lo suficiente por lo que me levante a desayunar algo y salir a trotar un poco.

Regresaba de mi rutina de correr cuando entre a la casa, esta se encontraba en el habitual silencio de siempre, sin embargo el sonido del teléfono llamó mi atención y la de Martha, la señora que nos ayudaba con la limpieza.

— Casa de los Echegaray, buenos días ¿en que puedo ayudarle? — contesto ella mientras la veía de reojo bebiendo de mi botella de agua — Permítame, la buscan señorita Alexa — me tendió el teléfono.

— ¿Diga? — conteste.

— Alex Alex Alex has estado demasiado desaparecida — era la voz de Ramón.

— Bueno, tengo que estudiar y dormir Mon — conteste con simpleza.

— Creí que te vería anoche en el club —

— No, me quede dormida, y planeaba hacerlo todo el fin — me senté en el sofá.

— Entonces ¿no crees que sea posible que mañana vengas a mi casa a una fiesta? — pregunto.

— Mmm no lo sé, quizá si quizá no — juguetee.

— Aunque de una te advierto que es infantil —

— Solo iré si me prometes pastel y dulces — reí.

— Hecho — se escuchaba su risa ronca.

— Le dire a mi chofer que me lleve, te veo mañana Mon — suspire — te quiero —

— Yo te quiero — correspondió.



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Me decidí por un vestido fresco pero al mismo tiempo casual, tenía entendido que la fiesta era de la sobrina de Ramón. En menos de 10 minutos llegamos a la casa de los Arellano Félix, era una casa demasiado grande, tanto como la mía solo que la nuestra apenas la ocupábamos 10 personas y ya estaba contando al personal.

— Gracias Jose, puedes pasar por mi quizá a las 5 — comencé a bajar de la camioneta.

— Seguro que si señorita — respondió.

Baje del vehículo pero antes de siquiera dar un par de pasos los brazos de mi chico me envolvieron y me cargo brevemente.

— Oh por Dios, me encanta como reciben en esta casa — sonreí de lo feliz que me sentía de ver a Ramón una vez más.

— Te había extrañado — me respondió este mientras me daba un beso.

— Y yo a ti — le correspondí.

Tomó mi mano y me llevo dentro, todo se veía muy colorido y lleno de vida, esto era mucho mejor que cualquier fiesta de adultos, no había nada como las fiestas infantiles y más de niños socialmente privilegiados.



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— Oye, traje un regalo para tu sobrina ¿se lo puedo dar? — en realidad quería conocer a la bebe.

— Si mira, ahi están — señaló a una mujer que cargaba a una bebe y estaban con otras mujeres.

Nos acercamos a ellas.

— Ruth, ella es Alex mi novia — dijo Ramón y no pude evitar emocionarme por el término que uso — Alex ella es Ruth mi cuñada y la bebe es Ruth también de hecho — no pude evitar por la elección de palabras.

— Mucho gusto — saludó la mamá.

— El gusto es mio — le tendí la bolsa — esto es para esta niña preciosa — ella lo acepto.

— Ahorita vuelvo — dijo Ramón.

— Creí que mis ojos jamás verían que Ramón saliera oficialmente con alguien — exclamó Ruth.

Sonreí.

— Te preguntaras que tiene — dijo esto último viendo hacia su bebé.

— No, no. No me atrevería — me apene si hice algo que pudo hacer ver eso.

— Mi niña nació con una condición que le deformó parte de su rostro — Dios, era demasiado pequeña para sufrir algo así.

— Lo lamentó demasiado, soy estudiante de medicina y tengo noción sobre el tema — me disculpe.

— ¿Enserio? Así que una doctora en la familia eh — ambas reímos.

— Conozco algunos médicos que quizá los puedan ayudar — recordé algunos amigos de la familia.

— Muchas gracias, ya hemos visto opciones aquí y lo único que nos queda es buscar en California — asentí.



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Más Humano // Ramón Arellano Félix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora