Capítulo 12

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Alexa

— Ciertamente creí que me traías a algo más ilícito — confesé.

— Solo tú piensas que soy un ogro, pero antes de eso tú y yo la pasábamos bien hija — resaltó la última palabra — Nunca te pondría en peligro —

Y así era, Jorge Echegaray — mi padre — era mi mejor amigo cuando era una niña, pero el tiempo y las situaciones nos hicieron distanciarnos.

— Ya, no te pongas melancólico — me burle, aunque en realidad yo era la melancólica.

Resulta que cuando dijo que me llevaría a su negocio se refería a la Farmacéutica solamente, para mi buena suerte quería que estuviera a cargo de la producción de algunos medicamentos, bueno, estudiar medicina debía servir para algo.

— Ya regresó, voy al tocador — le avisé.

— Date prisa, ya nos vamos a la casa — asentí.

Durante toda la mañana y tarde nos hemos mantenido aquí en la empresa, me permití conocer las instalaciones y entablar conversaciones con los trabajadores, desde intendentes hasta laboratoristas. Ciertamente me hizo animarme un poco, desde la fiesta hace dos noches no había hablado con nadie respecto a lo qué pasó. Aline parecía que se la había tragado la tierra y de Ramón ni siquiera quise saber nada, creo que al final la traición que mas me dolió fue la de ella, la conocía desde pequeñas, a Mon hace unos meses y sin embargo, se sentía como si lo conociese de toda la vida.

Entre rápidamente al baño y me mire al espejo, lucia pálida y con bolsas oscuras bajo los ojos, mi cabello estaba perfectamente peinado, lucia linda aún cuando por dentro me sentía todo lo contrario.

Saque de mi bolsa un estuche donde ahora no había marihuana, era demasiado llamativo su olor, ahora tenía cocaina, irónicamente de la que vendía la familia de Ramón. Con mi uña tomé un poco y la acerqué a mi nariz inhalándola con fuerza.

Pff, respire profundamente y cerré los ojos mientras comenzaba a sentirme de mejor humor.

— Estoy bien — me dije a mi misma mirándome al espejo y sonriéndome.

Pronto salí de ahí dirigiéndome a la salida.



~~~



— ¿Estas bien Lexi? — pregunto mi papá a mi izquierda.

— Siempre — conteste tranquilamente.

— ¿Y entonces por qué cambiaste la marihuana por coca? — casi me atraganto con mi propia saliva — ¡oh vamos! también tuve tu edad —

— Hace taaanto — me burlé.

— Enserio, ¿que pasa? ¿es el chico Arellano? — mi padre tenía un don para adivinar cosas.

— Lo único que puedo decirte es que ya no tendrán que pagar a más periodistas por su silencio mamá y tu — le sonreí con ironía.

— Realmente lo amabas eh — torcí los ojos — si te hace sentir mejor, mereces algo mejor hija — solo lo vi y me volteé a la ventana.

No quería demostrarle lo mucho que me acababa de hacer sentir mejor sus palabras.

Sentí como acercó un relicario que en realidad no lo era.

— Que tengas que consumir su producto es humillante, y ninguna hija mía se humillara por un narquillo — y entonces abrí el "relicario" para darme cuenta que en realidad dentro de este había coca.

Solo sonreí para mis adentros mientras me lo colgaba.

Me quede mirando por los siguientes segundos hacia el camino cuando vi las luces de un auto del lado del que iba mi papá.

— ¡Papá! No — grite y todo se oscureció.



~~~



Poco a poco abrí mis ojos, sentía demasiado dolor en todo el cuerpo, traté de respirar pero me costo demasiado, había mucho polvo. Comencé a analizar mi alrededor y recordé que acabábamos de tener un accidente, traía el cinturón puesto por lo que me encontraba colgando sujeta de este mismo. Mire a mi lado para que mi corazón se partiera una vez más, mi papá estaba lleno de sangre con varios vidrios enterrados en su torso.

— Papá — le hable llorando — papi, no me dejes — sorbí mi nariz.

Sabía que tenía que hacer algo.

Con un pedazo de vidrio corte mi cinturón y caí al techo del auto que ahora estaba en el suelo.

Me acerqué a mi papá solo para corroborar con su pulso que mi papá ya no estaba conmigo. Empecé a llorar, no creo haber llorado así en mi vida, para cuando por fin me arme de valor con mi mano temblando cerré sus ojos.

Me quede sentada analizando lo que acababa de ocurrir. Increíble como la vida podía cambiar de rumbo de un segundo a otro.

El chofer de papá estaba inconsistente, o eso quería creer.

Decidí salir por la ventana rota del lado donde estaba mi papá. A gatas y cortándome las palmas de la mano con los cristales logré salir, apenas y reconocía el lugar, era una de las tantas avenidas de Tijuana, Boulevard Bellas Artes.

Me senté sobre mis piernas y vislumbre las luces de una patrulla o sirena.

— Señorita — una voz masculina se escuchó.

— Por favor, ayuden a mi papá — supliqué.

— Tranquila, está bien. Por favor mi compañera la ayudará — sentí como alguien me levanto y me coloco en una camilla.

— Tengo mucho sueño — suspire casi cerrando los ojos.

— Necesito que se mantenga conmigo — me hablo ahora una voz femenina — ¿Cual es su nombre? —

¿Mi nombre?

— Alex... Alexandra Echegaray — me concentre en el techo de lo que yo creo era una ambulancia.

— Bien Alexandra, en un momento llegaremos al hospital, mantente tranquila —

— Mi papá... ¿esta bien? — pregunte.

— No lo se, mi otro compañero se quedó con el — me coloco una mascarilla de oxígeno — ¿cuantos años tienes? —

— Creo que 23, no recuerdo — me sentía demasiado somnolienta — llamen a Ana Paula Alanis, es mi madre — alcancé a decir antes de dejarme ir por el sueño que sentía.

— Alexandra, Alexan... — y no escuché más.



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Más Humano // Ramón Arellano Félix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora