El príncipe oscuro

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El príncipe no sabe cómo enfrentarse al dragón.

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Contrariamente a lo pensado, su padre no se enfadó con él, si no que se pudo ver en la forma con la que reaccionó a la nueva varita de Draco que estaba bastante complacido. Habló de lo poderosa que sería esa varita si le daba un buen uso, se había encontrado en diferentes ocasiones con dos magos impresionantes que poseían varitas de madera de nogal negro, aunque comentó que eran escasos los magos que habían sido elegidos por varitas con ese tipo de madera.

Su madre asintió dejando ver que estaba igual de satisfecha con la nueva varita de Draco. Apoyó una mano en el hombro del chico mientras se dirigían junto con su padre al comedor principal, donde se encontraba Severus.

“Draco, como ya sabes tienes que tener un promedio excepcional en Hogwarts, por ello le hemos pedido a Severus que te enseñe personalmente hasta que empiecen las clases. Cuando comiences a asistir a Hogwarts tu padrino se encargará de vigilar que estás haciendo correctamente tu deber.” Le hizo saber Lucius a su hijo mientras dirigía la mirada hacia el profesor de pociones.

Draco musitó un "sí padre" mientras dejaba el comedor junto con Severus. Ya había vivido esto en su vida pasada, pero mientras los años pasaban la relación con su padrino fue distanciándose. Aunque siempre supo que hasta en sus últimos momentos Severus se preocupó por él. Se dirigieron a la sala de estudio de Draco, la cual estaba cuidadosamente decorada y limpia de tal manera que sutilmente transmitía poder y serenidad de forma no sobrecargada.

El mayor se paró lánguidamente mirando el ventanal que proyectaba las vistas del jardín. Su rostro no mostraba nada, pero sus movimientos decían que estaba inquieto.

“Tu varita dice mucho de tí niño, más de lo que te puedas imaginar.”

Draco miró confundido a su padrino, el cual le dirigió una mirada sería e inescrutable.

“De los pocos magos que he conocido con ese tipo de madera para varita, ninguno ha estado cuerdo. Como ya sabrás tu padre y yo nos hemos visto envueltos en bastantes... Altercados. Los magos con ese tipo de varitas fueron muy poderosos, pero a su vez demasiado ambiciosos para su propio bien. Tus padres están complacidos con ello, podría decir que más tu padre que tu madre, ya que ella nunca llegó a conocer a los hombres que vimos nosotros. Tu padre, que hasta hace poco tenía poca fe contigo, acaba de encontrar una mina de galeones Draco. Ahora va a esperar mucho más de tí, va a estar más pendiente y va a inculcarte cosas que en un principio no ibas a aprender, más malas que buenas, niño."

Draco se congeló. El haber recibido otra varita podría haber supuesto un giro de acontecimientos más grande de lo pensado. En su antigua vida no había sido advertido por su varita, y nadie nunca le informó sobre esa madera de varitas tan impresionante y tan difícil de adquirir y portar.
Sacó su varita y la analizó cuidadosamente. Era más ligera que su anterior varita, menos elegante pero se sentía mucho más poderosa. Le asustaba. No paraba de pensar en cómo solo un pequeño acto en esta nueva vida puede cambiar tanto el futuro. Empezó a imaginar miles de escenarios, los cuales todos acababan de maneras espeluznantes; siendo un arma para Voldermort, volviéndose loco como aquellos que portan varitas similares a él, dañar a su familia por culpa de un estúpido error...

Severus vió como cada vez la mirada de Draco se iba volviendo cada vez más densa y vacía, tal y como le había explicado anteriormente Narcisa la cuál estaba sumamente preocupada por el estado del niño. Severus le dio la opción de usar leglimancia pero la madre lo prohibió de inmediato, alegó que si el consentimiento o conocimiento del niño no iba a violar sus recuerdos de esa manera, y menos en el estado tan delicado en el que se encontraba su chico. A Severus le pareció ridículo el comportamiento de Narcisa, Draco parecía ser el mismo niño engreído y mimado de siempre, o al menos eso pensó hasta que pudo ver con sus propios ojos el estado del niño. Una mirada perdida, sin el mínimo destello de vida y sin ningún tipo de propósito. Solo pasaba cuando se perdía en sus pensamientos, pero era extremadamente preocupante el que eso llegará a pasar. Solía ver a este tipo de personas, pero la gran mayoría eran de los supervivientes de la guerra mágica, no podía imaginar que un niño de apenas once años pudiera llegar a tener comportamientos similares -por no decir iguales- a aquellos magos.

Severus no quiso intervenir por el momento, se sentó y observó al niño todavía de pié, sosteniendo su varita y mirándola con los ojos vacíos.

Draco no sabía que estaba siendo analizado por su padrino, estaba tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera pensó que se estaba comportando de una manera extraña.
Cuando por fin se dió cuenta que había estado parado por mucho rato observó la ventana, la cual le permitía ver un oscuro cielo nocturno.

“Veo que ya has salido de tu ensimismamiento, han pasado dos horas y veintitrés minutos.”

Draco dió un respingo, giró su cabeza con una expresión de puro asombro y terror. Ni siquiera recordaba que había entrado con Severus a la habitación. Fue a dar un paso y sus rodillas se fueron al piso. Confundido y mareado se agarró del sofá que se encontraba a su izquierda.

“Has estado demasiado tiempo de pié, lo raro sería que no te cayeras, de hecho me parece raro que no te hubieras caído al suelo hace una hora.” Bufó el moreno mientras le dirigía una mirada inescrutable. “Cuando tu madre me comentó sobre tu nuevo... Hábito de mirar al vacío y desconectarte por completo no imaginé que sería así.”

El tono de Severus puso tenso a Draco, se avergonzó profundamente de haber cometido tal error en frente suya, si de por sí le resultaba problemático soportar las constantes miradas por parte de su madre a causa de sus "momentos" no quería imaginar cómo sería tener otra persona con ojos indiscretos por la que preocuparse.

Draco se levantó de un brinco y avergonzado se sentó en el sillón enfrente de Severus.

“Disculpa, nunca antes había durado tanto tiempo.” Musitó alternando su mirada entre el suelo y los ojos del hombre, sin atreverse a mirarlo por completo.

Su padrino lo miró cansado y molesto.

“Sabes que no debes ocultar este tipo de cosas, el ocultarlo solo las agrava más” Suspiró agotado mientras se encorvaba sobre el sillón y se masajeaba la frente.
Levantó la cabeza y lo escrutó con la mirada para acto seguido comenzar a hablar de nuevo pero esta vez, con un tono más duro.
“Tus comportamientos de niño mimado e inmaduro no pueden continuar. El no decir este tipo de cosas a tu madre o a mí nos dificulta mucho avanzar contigo Draco. Necesitamos que nos digas si esto te pasa a menudo, si no te pasa, si te pasa solo en determinadas ocasiones, es un milagro que tú madre todavía no te haya mandado a San Mungo a que te hicieran un análisis mental exhaustivo.”

Draco sintió como toda la sangre del cuerpo lo abandonaba. Se puso blanco del terror y bajó la mirada. No pensaba que a los demás les pareciera que estaba tan mal porque, a él mismo no le parecía extraño. Solía ser así desde sexto año y nadie nunca se había preocupado por eso por lo que normalizó sus propias acciones.

Empezó a respirar entrecortadamente y sintió como de repente le faltaba el aire, solo podía luchar por mantenerse quieto en su asiento mientras sentía una gran presión en el pecho. Dirigió su mano en el punto del dolor y agarró con fuerza su camisa, la cual se arrugó horriblemente mientras los botones luchaban por no romperse.

Severus se alertó rápidamente, llamó a cualquier elfo doméstico de la casa y le ordenó que le trajera urgentemente un filtro de paz o una poción calmante, lo que tuviera más a mano.
Cuando la poción estuvo en sus manos agarró al niño y cuidadosamente pasó el vial por su boca y dejó que tragara el líquido del interior del frasco.

Poco a poco Draco fue recuperando la consciencia. Sintiéndose más calmado se quitó las lagrimas de sus mejillas y apartó la mano de su camisa arrugada, su mirada vidriosa se fijó en los zapatos negros de Severus y murmuró un “lo siento”.

El moreno comprendió al instante que sus palabras no fueron las adecuadas para tratar con Draco, él mismo no podría brindarle ayuda y esto tendría que hablarlo con Narcisa.

“Hemos acabado, vuelve a tu habitación Draco.”


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He acabado todos mis exámenes, podré actualizar con regularidad a partir de hoy.

Neither you nor me: First year [Draco/Harry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora