Neither you nor me: First year [Draco/Harry]

Disgusto latente

Advertencias (CONTIENEN SPOILERS): reprentaciones gráficas de tortura, sangre, discursos de odio, alusiones a matrimonios concertados, alusión a “mejorar la raza mágica”, vocabulario soez, muerte de personaje de menor importancia, vómitos, obsesión, relación poco sana tía/sobrino, alusiones al incesto (pestañeas y no te das cuenta de ello).

---

Qué tiene uno que hacer para poder olvidar.

---

Transformaciones era una asignatura que le importaba poco a Draco, él siempre había preferido todo lo relacionado con la alquimia, por ello su clase favorita era pociones. Cuando era todavía un niño, pensaba que lo que más le gustaba era la política, como de costumbre quería seguir los pasos de su padre. Cuando creció un poco se permitió soñar con crear pociones, remedios que nadie pensaba que podrían llegar a hacerse, poder salvar vidas con sus creaciones. Todo lo contrario a lo que fue envuelto cuando se convirtió en un mortífago, una corta vida en la que tuvo que presenciar y cometer torturas aborrecibles. Cada vez que recordaba los ojos de las personas que torturó, aquellos que se volvieron opacos y que no presenciaban ni un atisbo de vida, sentía como la bilis le subía por la garganta, más  de una vez llegó a vomitar en el frío suelo del calabozo de su mansión. Las noches de aquellos días estaban plagadas de las pesadillas que vivió por el día, o más bien infringió a sus víctimas. La sangre derramada en los ladrillos feos y sucios, los cortes profundos en la carne que dejaban ver los tiernos músculos de esas personas, y la chirriante risa de su tía, que no se perdía esas sesiones de dolor. Llegó a tenerle más pavor a Bellatrix de lo que le pudo llegar a tener al señor oscuro; el cómo dejaba ver el placer y el éxtasis en su expresión cada vez que alguien era torturado era inolvidable.

---

Él no quería ver más sangre, estaba asqueado del líquido rojo que brotaba de aquellas incisiones causadas en las personas que no eran dignas de poseer magia. Los rasgos de Draco se contorsionaron para mostrar su gran disgusto hacia la escena que estaba presenciando; Bellatrix se encontraba arrodillada al lado de una niña mestiza, hundiendo su varita en una herida que antes había causado la misma. La niña gritaba horrorizada, sintiendo que aquella varita en forma de garra llegaba a tocar el hueso de su antebrazo, su rostro estaba húmedo de tanto llorar, las lágrimas pareciese que nunca se acabarían. La chica pateaba indefensa intentando escapar, pero los hechizos del calabozo la obligaban a permanecer en su sitio.

Bellatrix reía extasiada, girando su rostro para ver a su sobrino. “Draco, cariño, sé un buen chico y ven con tía Bella,” su sonrisa era inquietante, y su mirada era oscura como el abismo. Cada palabra que salía de su boca hacía que el cuerpo de Draco temblara de tensión, “mira como grita la pobre asquerosa, casi parece que no se lo merece,” dirigió su mirada hacia la chica que gritaba despavorida, “si tan solo no hubieras seguido al pequeño Pottie esto no hubiera pasado, tan solo tenias que ser una buena mestiza y conocer tu lugar, ¿no es mejor ser consciente de ti mismo e ir con el lado que te dará la oportunidad de mejorar la raza mágica? Podríamos haberte casado con un mestizo proveniente de una buena familia mágica y tus hijos habrían nacido más puros, habrías estado tan orgullosa.” tras acabar su perorata clavó con saña su varita en la herida, Draco pudo escuchar un chasquido proveniente del hueso de la niña.

Draco no pudo ocultar la expresión de horror y disgusto que pasó por su cara, la cual fue percibida por Bellatrix, “Cariño, eres tan lindo. Esta sucia guarra no merece tu compasión, lo que se merece es lo que le estamos dando, un castigo acorde a la gravedad de sus acciones. Solo a una loca mestiza sin conciencia de sí misma se le ocurriría estar en contra del señor oscuro, cuando nuestro señor solo quiere el bien para el mundo mágico,” ella canceló el hechizo que mantenía a la niña sujeta. La pobre chica se agarró el brazo con dolor y sollozó a la vez que se intentaba hacerse pequeña en una esquina, Draco podía notar como se mecía a sí misma por el miedo.