Dia 2: Río Sena

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Conociéndote, conociéndome. 




Sasuke siempre ha sido un hombre demasiado perfeccionista. Detesta las impuntualidades, le gusta el orden, prefiere hacer las cosas por sí mismo ya que piensa que nadie las hará mejor. No le agrada la comida dulce, le gustan los climas templados fríos y prefiere más dar un paseo por las noches que durante el día, le agrada contemplar la luna en el cielo nocturno. Ama a su familia aunque no suela demostrarlo demasiado, tal vez eso se deba al trato frío de su padre aunque sabe que él también los ama. Por algo, una mujer como su madre lo eligió para compartir su vida. 

Miró la hora en su reloj de mano que le indica que son las cinco con treinta y un minutos y, conforme él segundero avanza, su desesperación se acrecenta. Llegó justo a los pies de la torre Eiffel, mirando de un lado a otro en búsqueda de la chica. Nunca se imaginó que habría varios sitios donde beber un café, de haberlo premeditado le hubiera preguntado el nombre del lugar acordado.

Cómo si su día pudiera empeorar, su teléfono móvil se quedó completamente sin batería. Olvidó cargarlo durante el vuelo y en ese momento se sentía como un gran tonto por olvidar algo tan importante. Al estar de regreso en la comodidad de la habitación del hotel, se quedó tan profundamente dormido que despertó pasando las cuatro de la tarde del día siguiente.  

¿Qué clase de buena primera impresión causaría?

Por otro lado, Hinata siempre ha sido una mujer en búsqueda de la perfección. Detesta siempre llegar tarde aún cuando se prepara con tiempo, le agrada organizar sus libros por orden alfabético y es en lo poco que es ordenada, le gusta el otoño y caminar durante el atardecer; contemplar el sol ocultándose y la luna brillar con más intensidad poco a poco, son sus momentos favoritos del día. Ama a su familia, aunque su padre sea duro con ella. Sabe que es solo su forma de decirle que la ama y quiere lo mejor de ella.

Mirando hacia la torre Eiffel, se regañó mentalmente pues sabe que cometió un grave error. No acordó el sitio donde se vería con aquel hombre misterioso y, al parecer él no llegaría pues tampoco había tenido la amabilidad de llamarle.

Su día sí que podía empeorar y estaba acostumbrada, después de fracasar otro año en la gimnasia, comenzó a plantearse la idea de volver a la universidad y estudiar algo que le diera una solvencia económica más estable.

— ¿Desea ordenar algo más señorita? —le cuestionó el mesero en francés.

—No, gracias. La cuenta, por favor —pidió, ocultando una sonrisa de decepción.

Una conmoción frente a ella llamó su atención y entonces lo vio. Rodeado entre un grupo de palomas, se abría paso su hombre misterioso, dando un par de manotazos para que las aves no siguieran molestando. Sin darse cuenta, sonrió ampliamente, él era alto y bien parecido, llevaba un conjunto casual de vaqueros y camiseta negra que le daba un aspecto más juvenil.

Hinata también observó su propio atuendo. Al llegar a su casa, se percató que solo tenía ropa deportiva dentro de su guardarropa, así que tuvo que recurrir a su vecina Kurenai para que le prestara algo lindo para usar. Al menos, aquel vestido veraniego le quedó a la perfección y lucía realmente linda. Agitó la mano en modo de saludo para llamar la atención del hombre y por suerte, él no demoró en encontrarla.

Sasuke se acercó a ella y tomó asiento en la silla vacía de enfrente. Hinata llevaba el cabello suelto, adornado solo con un listón blanco que combinaba perfecto con su vestido lila con pequeñas flores rosas. Ambos tomaron una posición erguida, evitando mirarse. El mesero se acercó con la cuenta y fue gracias a él que el incómodo silencio se rompió.

31 días con ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora