Capítulo 9 |L, Aram|

265 11 0
                                    

Capítulo 9

Capítulo 9

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


L, ARAM.

¿Puede cualquier modelo usar un vestido rojo ajustado y quedarle tan bien como a la jodida Tara Belle Larette?

No.
Eso es imposible.

Sus ojos observan los míos y viajan indecisos desde estos, hasta mis labios. Supongo que es raro para ella verme sonreír genuinamente.

Extiendo aún más mi sonrisa.

Estoy feliz de verla, de sentirla cerca de mí.

Cancelar un compromiso e irme en contra de mis principios, en contra de mi familia por Tara, es la estupidez más grande que alguna vez pensé hacer.

Casi nunca hago las cosas que me piden, pero la necesidad de hacer algo que Tara casi me "ordenó" hacer, me dominó. Tuve que poner la excusa de que Sara estaba lejos y que no quería como esposa una mujer que no ponga por delante de su trabajo, que una mujer así, no es la quería para cuidar de mis futuros hijos.

Es la cosa más irracional que he hecho en mis 27 años.

Encontrarme con ella hoy al parecer fue totalmente planeado por Bethany y por mi colega y amigo Vladimir.

No me gustaban las sorpresas, pero desde hoy serán las cosas que más amo en el mundo.

Al principio divagué un poco, pero cuando vi cómo le sonreía a ese puto camarero hace unos minutos, sentí un golpe de posesividad y quise esconder esa sonrisa en su cara para que solo me la muestre a mí y solo a mí.

Y ahora, verla aquí, sentada a mi lado, acabó con todas las dudas que tenía.

Hice lo correcto.
Ella lo vale.

—Igualmente —responde, con ese hermoso tono de voz en toda su gloria.

Me devuelve la sonrisa y siento que el cielo dejó escapar un puto ángel por lo linda que se ve.

—Ordenemos, ¿sí? —sugiere Bethany, y dejo de mirar el bello físico de Tara solo para observar el mismo camarero de hace rato con cara de pocos amigos.

El joven toma las órdenes de todos y luego se marcha rápidamente.

Volteo a ver a Tara y me encojo de hombros cuando veo que me está observando con el ceño fruncido.
La expresión de mi cara obviamente de extrañeza.

No he hecho nada malo.

Tara suspira, relaja la expresión de su rostro, se acerca a mí y susurra sobre mi oído: —Si sigues mirándolo así, él podría asustarse —suelta y no tengo que preguntarle a qué se refiere.

𝖲𝗎 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘢 Opción [x]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora