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Capitulo 12 |Tara Bella| "Últimos capítulos"

Capítulo #12

TARA BELLE

Segundo después de que Aram se va, la señora se acerca a mí y me observa con descaro de pies a cabeza.

Yo hago lo mismo con ella. Y por la piel un poco estirada de su rostro y cuerpo, juraría que tiene alrededor de 30 a 40 años, aunque si está en forma.

Mis sentidos se activan cuando una sonrisa torcida se marca en sus labios.

—No sé lo que vio el jefe en usted señorita, pero  Sara es mejor partido —dice, y no espera que diga o haga algo, y se va, dejándome con un nudo en el estómago.

Empiezo a respirar con dificultad al darme cuenta que en cierta forma sus palabras si me cabrearon.

¿Que Sara es mejor partido que yo? ¿Esta loca?

Me pongo de pie y me dirijo a la cocina, justamente el camino que tomó la señora, pero cuando estoy apunto de entrar, escucho la misma voz que me interrumpió hace unos minutos.
Me escondo y me concentro para poder escuchar bien lo que está diciendo.

—Así es, señora. Sí señora, ya hice lo que me ordenó. Le seguro que ahora mismo la mosca muerta se debe estar revolcando de vergüenza —dice y luego empieza a reírse a carcajadas—. Así es, señorita Sara, le dije cada una de las palabras que me dijo que dijera.

¿Dijo Sara? ¿Ella acaba de decir Sara?

Sin pensarlo dos veces, entro a la cocina despacio y observo cómo la expresión de alegría en el rostro de la mujer desaparece lentamente al verme.

Me acerco y me siento en un taburete, justamente en frente de la mujer que yace tras la meseta.

Dejo descansar mis brazos sobre el bendito mármol
y muerdo mi labio interior.

Si algo no dejaré que hagan esta noche, es verme la cara de estupida, pero mucho menos por alguien que hace lo que otros les ordena sin importarle quien salga lastimado.

—Quiero un poco de chocolate caliente con malvaviscos y un poco de nuez moscada, ¿puede hacerlo o está muy ocupada hablando con Sara? —pregunto lo más calmada que puedo con una sonrisa en mi rostro.

La señora frunce el ceño y me da la espalda para susurrar algo que escucho apenas;
—Más tarde le hablo, mi señora. —murmura la arpía.

—No se preocupe puede continuar, en realidad no me interesa nada que tenga que ver con la ex prometida de Aram, solo quiero mi chocolate, ¿lo va a preparar sí o no? —pregunto, todavía con una sonrisa hipócrita en mis labios.

La mujer me enfrenta, guardando el teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón y cuando está apunto de decir algo, Aram entra a la cocina, haciéndola callar.

Santa mierda.

Casi nunca me gusta como su presencia causa esta parálisis, este frenesí, pero por otro lado, también es un poco sexy que él no solo tenga ese efecto sobre mí.