En el fondo de aquel lago, sin una idea concisa de cómo sobrevivir a ese torbellino de emociones, se dejó vencer por las violentas aguas que ahora le rodeaban, las que le llevaban al fondo de aquel sinfín. No espero que alguien llegará a tocarle al menos un pelo, ni siquiera a rozar su piel pero, ahí estaba, sumergiéndose a gran velocidad con un tremendo dolor de cabeza y un deje de ardor en la frente.
Poco a poco su vista se nublaba... Quizás ese sería el día en el que se fuera de una buena vez de la patética vida que le había tocado en la ruleta de la suerte. Pero había una solución que no hubiera esperado:
A lo lejos distinguió una figura desconocida... Pensó en un ser místico o carnívoro pero al sentir unos largos brazos rodeando su cintura, se convenció de que ese no sería su fin o al menos no lo sería siendo la presa de cualquier animal salvaje.
Poco a poco distinguió una luz intermitente, hasta sentir el aire fresco recorriendo sus mejillas. Logró respirar una vez más, logró abrir sus ojos por completo, y logró mirar a la persona que le había salvado de la gran y enorme desdicha que, sin ser groseros, no era lo peor que desearía; era ella, aquella alfa que había sido una completa idiota se encontraba frente a ella, con aquel ceño serio y complejo, con aquellos azulados cristalinos rodeando sus iris, con aquellos labios delgados... Aquella nariz respingada.
Estaba hipnotizada con la imagen de aquel alfa.
Ninguna de las dos debía decir nada, no había porqué hacerlo. Simplemente... Podían reír.
Ante su esplendor, escucharon un fuerte sonido que llamó la atención de las dos. Ninguna de las dos aguantó una pequeña carcajada al ver a sus compañeras de equipo siendo arrastradas por su canoa hecha pedazos. La competencia era reñida, nadie lo negaba.
- No pueden ser más brutas - susurró la omega, acompañada de una risotada que embriagó a su acompañante.
Ver a Enid con dificultades para tomar un pedazo de madera le era gracioso, ver a Enid pelear con Dinah por ese pedazo de madera lo era mucho más. Al contrario de ella, Divina miraba esos dientes al filo de la luz, formando esa hermosa sonrisa. No parecía que la grave herida existiera.
- Necesitas atención médica - sentenció.
Por un momento, Yoko olvidó el golpe que le habían propinado hace menos de 5 minutos. Segura de esa decisión, asintió con la cabeza y con ayuda de la alfa, se aproximaron a la superficie.
En ese transcurso, una duda sobresaltó en la mente de la omega.
- ¿Por qué? - soltó sin pensar.
Divina no le prestó atención en esos momentos, no fue hasta que se aseguró de que ambas estuvieran sobre tierra firme que analizó esa pregunta.
- ¿A qué te refieres? - le preguntó.
Aún con ese dolor de cabeza, Yoko trató de darle frente a ese alfa. Aunque le hubiera salvado la vida, aún había temas que tratar.
- ¿Por qué me salvaste después de... De lo qué pasó? - preguntó.
- No iba permitir que te ahogaras - respondió sin dudar - por más problemas que compartimos, no me atrevería a verte sufrir de esa manera - confesó.
- Te pedí que te alejarás - musitó.
- Yoko, puedes odiarme. No me importa, en verdad. Pero nunca me pidas que me aleje cuando estás en problemas - pidió.
- Aunque fuera una situación de riesgo, no puedes hacerlo - respondió - no necesito que me salves o qué hagas lo que sea por mí. Tengo a otras personas que pueden ayudar - declaró.
- ¿Quiénes? No veo a nadie más en busca de tú vida - mencionó.
- Tyler - respondió.
Divina no podría soportar aquello. Era demasiado.
- ¡Oh, vamos! - exclamó - ese imbécil ni siquiera se encuentra aquí; seguro estará cogiendo con cualquier desquiciada omega que se encuentre a su paso - proclamó, pero fue muy tarde cuando se dio cuenta de sus propias palabras: todo culminó en el momento que los hermosos ojos de la omega se abrieron con agresividad. - No es lo que quise decir - intentó corregir.
- Lo has dicho. Él coge con cualquier desquiciada - le respondió.
A su paso, avanzó hacía los médicos que se encontraban reuniendo a todos los heridos de esa competencia. Divina miraba como ella se alejaba.
- Eres una estúpida - se dijo a sí misma.
Ella había metido la pata y no podía dejar las cosas de esa manera. Ya eran dos veces seguidas, no podía resguardar una tercera.
Las personas comenzaban a estorbar a su paso, habían muchos más heridos de los planeados. En su camino, alguien le golpeó el hombro, para su suerte, era la persona menos indicada para toparse:
- Fíjate - gruñó Tyler.
Divina paró su andar al ver a ese imbécil aproximándose a esa omega, pero para su sorpresa encontró algo que le daba una ventaja: las heridas tenían una queja en cada rostro humano, pero la incomodidad tenía otra gesticulatura.
Aún con su plan en mente, se acercó a la irritable pareja.
- No seas ridículo - cuchicheó.
- Necesito de ti - dijo y relamió sus labios - tenemos algo, ¿no es así? - preguntó.
Divina paró en ese momento.
- No - respondió - las noches que compartimos fueron simplemente eso, noches de placer y nada más; no voy a ser tú omega, no voy a ser nada tuyo, mucho menos dejaré que muerdas mí cuello - sentenció.
El aire comenzó a transitar una vez más en el cuerpo de Divina. Ese alivio le dio la confianza qué no le hacía falta, pero le dio una chance de imaginar una de sus tantas posibilidades.
- Pero...- antes de responder, Divina se paró frente a ellos.
- La has escuchado. Lárgate de una buena vez - le ordenó.
Las garras de Tyler salieron a la luz. La teoría de que estuviera en estado de ebriedad se esfumó.
- Es la tercera vez qué metes las garras en lo que no te importa, Watson. ¿Cuándo aprenderás a tomar tú lugar? - preguntó y sin esperar una respuesta, lanzó el primer zarpazo.
Divina no previó ese movimiento, fue inevitable recibir el rasguño en su mejilla. Indignada se irguió y mirando fijamente a ese tipo:
- Cuándo tomes el tuyo - le respondió y regresó aquel zarpazo.
ESTÁS LEYENDO
[WEDNESDAY] Love or you
FanfictionYoko Tanaka había comenzado su primer semestre de universidad junto a su compañera y amiga, Enid Sinclair. Pero, a diferencia de su amiga, ella estaba centrada en la diversión, conocer alfas que le dieran lo que ella quisiera por las noches. Divina...