⿻ 𝐁est 𝐅riends 𝇁𝇃𝇂 𝐒𝘂𝗻𝗴𝗷𝗮𝗸𝗲 ‹𝟹

𝟏. 𝑴𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒐

Esa mañana de primer día de clases no
amaneció con ningún pájaro cantando, ni con ningún rayo de sol pegando en la cara de Jake.

El único sonido que atacó sus oídos fue el de una jodida alarma, que taladró sus oídos e interrumpió toda la tranquilidad de la que gozaba hasta ese momento.

Gruñó.

— Cinco minutos más — musitó, intentando pegarle al aparato, pero su mano no atinó y terminó tirando su teléfono al suelo, que golpeó el piso con un ruido sordo.

Al darse cuenta de su error, se despertó
totalmente.

Se cepilló los dientes, no se duchó (hacía
demasiado frío) y simplemente se puso el
uniforme de la preparatoria, acompañándolo con zapatillas blanquinegras. Cuando bajó a desayunar, su madre ya estaba activa, dando vueltas por la sala en busca de papeles de la empresa y preparando el desayuno al mismo tiempo. La saludó y se sirvió el desayuno.

— Mamá, ¿donde está Hanni? — cuestionó, viendo hacia los lados; hacía falta una presencia en la casa. Su hermana, que ya era toda una universitaria, era tres años mayor que el, y, por lo tanto tenían horarios bastante distintos.

— No tiene clase hasta las diez, así que sigue dormida. Seguramente se va a ir a la escuela con Jinsol, Haseul y Sooyoung — respondió su madre, haciendo alusión a las amigas de su hermana, que iban a su misma carrera.

En cuanto Jake terminó de desayunar, lavó su plato y subió por su mochila.

Después de estar algunos segundos arriba, escuchó el grito de su madre en la planta baja.

— Jake, ¡Sunghoon ya está aquí!

Inmediatamente, una tonta sonrisa se formó en su cara y lo hizo apresurarse a juntar sus cosas.

Cuando bajaba por las escaleras, oyó que su madre decía, en el umbral:

— Hacía ya un mes y medio que no te veía, hijo. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones? — la mujer tenia el cuerpo recargado en el umbral, mirando a cierto coreano con interés en lo que estaba diciendo.

— ¡Mamá! — exclamó Jake, acercándose a donde estaba. Se paró frente al muchacho y sonrió — Hola.

— Hola, Jaejae — Recibió como respuesta.

Se quedaron viéndose por unos segundos, hasta que su madre, percibiendo ese ambiente extraño, dijo:

— ¿No quieres pasar a desayunar, Sunghoon?

— No, gracias, madre. Ya se nos hizo tarde — dijo Sunghoon, exhibiendo su dulce sonrisa, de incisivos tiernos.

— Está bien. Ya váyanse — le dio un pequeño empujoncito a su hijo, que retrocedió para darle un beso en la mejilla en forma de despedida — Cuídense, adiós.

— Igualmente, madre — le dijo Sunghoon.

— Adiós, ma.

En cuanto empezaron a caminar, Sunghoon  estiro sus brazos alrededor del contrario por detrás y colocó su mentón en el hombro contrario. El menor rio.

— ¿Me extrañaste, hyung? — preguntó,
socarronamente, tomando sus manos y
jugando con ellas.

— Claro que si, gran estúpido — gruñó el otro, todavía colgado de el como si se tratase de un muñeco — No hay mucho que hacer en Osaka.

Sunghoon lo había invitado de vacaciones a Japón junto a su familia, sin embargo, el no consideraba que fuera totalmente apropiado ir sin haber ahorrado y obligara su amigo a pagar todos sus gastos. Además, no quería dejar a su hermana y madre solas durante tanto tiempo.