—¡Buenos días!
—¡Hola, Cody!
La emoción de Cody se notaba a kilómetros desde que abrí la puerta. Lo invité a pasar después de un corto abrazo y automáticamente se encaminó hacia mis maletas.
—¿Ya tienes todo listo? —dijo inspeccionando a su alrededor—. Tenemos que irnos ya si no queremos agarrar el tráfico.
—Hola —se oyó un susurro interrumpiéndolo.
Ambos volteamos hacia la voz topándolos con mi hermana una esquina. El castaño sonrió amigable y la saludó.
A los segundos se unieron mis papás y también se saludaron. Observe a los cuatro y entre suspiros supe que ya era hora.
Era hora de irse.
Con cierto pesar me acerqué primero a mi papá y lo abracé oliendo su perfume al instante.
—Eres muy valiente, Rory bebé —me abrazó mi papá, su postura rígida me daba a entender que le costaba dejarme—. Cualquier cosa me llamas y estaré ahí en un segundo. ¿Okey?
—Sí —susurré con la voz quebrada—. Adiós, te quiero mucho.
—Yo también —besó mi frente y se separó.
Mientras me acercaba a mi mamá miré por el rabillo del ojo vi como él salía de la casa con Cody y mis maletas.
—¡Ay, mi Rory! —me estrechó entre sus brazos rompiendo en llanto una vez más—. Te voy a extrañar mucho.
—Yo también —limpié mis lágrimas separándome del abrazo.
—Si no te sientes cómoda ahí. Siempre podrás volver a casa.
Asentí y me despedí una última vez entre lágrimas y mocos. Busqué con la mirada a mi hermana por toda la sala con la intención de despedirme, pero ella no estaba.
Subí hasta su habitación y lo que miré me partió al alma. Estaba sentada en el centro de su cama con la vista clavada en sus manos y sus hombros se sacudían evidenciando que estaba llorando.
Soy la mayor, no puedo dejarla sola.
—¿Puedo pasar, Mar? —toqué la puerta.
—No quiero que te vayas.
—¡Oh!
Me senté a su lado con cuidado y la abracé, a los segundos se aferró a mi dejando salir unos sollozos horribles.
«Soy tan egoísta, no puedo dejarla» pesaba mientras la pegaba más a mí.
—Entonces no iré.
—¿Qué? —murmuró contra mi pecho.
—No quieres que me vaya y universidades hay muchas y más cerca de casa.
—¡No! —se separó de golpe—. Quiero que te vayas.
—¡Auch! —bromeé haciéndome la ofendida.
Una risita se le escapó haciendo que me sintiera mucho mejor.
—Vas a regresar. ¿Cierto?
Me miró con sus ojos hinchados y su nariz roja a causa del llanto haciendo que mi corazón se estrujara.
—Sí —me limité a decir. En cualquier momento lloraría—. Y puedes llamarme a cualquier hora del día.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Me abrazó una última vez y me acompañó hasta la puerta principal donde ya todos estaban esperándonos.
—Adiós, patito. Te quiero.
—Adiós.
Me acerqué al castaño y le sonreí, él me sonrió devuelta y se despidió de mi familia, al igual que yo, para después encaminarnos a su auto.
—¿Lista? —preguntó antes de encenderlo.
Suspiré mirando por una última vez mi casa, topándome con mi hermana viéndonos desde la ventana. Me despedí y mi vista volvió hacia él.
—Sí.
En la película de Interestelar hacen mucha énfasis sobre la Tercera Ley de Newton:
La única manera de que los humanos descubran cómo llegar a una parte es dejando algo atrás.Jamás creí que la cosa que dejaría atrás sería mi hogar. Pero si quería volver a ser feliz plenamente, lo necesitaba.
Necesitaba irme lejos de aquí.
—No estés nerviosa —me tranquilizó amigablemente—. Yo estaré ahí.
Nos detuvimos en un semáforo en rojo, Sex, Drugs, Etc. de Beach Weather se oía a todo volumen mientras el castaño golpeteaba el volante al ritmo.
—¿Crees que sea buena idea irnos tan lejos?
—Lo necesitamos.
Asentí evitando seguir dándole vuelta al asunto y abrí la ventana. Por suerte el calor de junio no era agobiante, sin duda podíamos estar un buen rato del viaje en carretera con las ventanas abajo.
De repente un animal volador rozó mi nariz asustándome, Cody volteó alterado y miró a un ave revoloteando.
No dudó más y se orilló. El pequeño pajarito dejó de volar y se paró en el tablero del auto mirándonos fijamente.
Intentó tomarlo entre sus manos para ayudarlo a salir, pero este abría sus alas y no se dejaba agarrar.
Arrugó la nariz antes de bajarse y abrir la puerta lo más que podía. Acerqué mi mano esperando que volara, pero para mi sorpresa se acercó más a mi dejándome acariciarlo.
—Tal vez esté lastimado. Hay que darle raite.
Su sugerencia me hizo reír levemente, pero verlo subir al auto y cerrar la puerta me mató.
Realmente le vamos a dar raite a un pájaro.
—Creo que adoptamos a un pájaro —reí.
—¿Te digo algo? —susurró como si fuera a decir un gran secreto—. Mi abuela solía decir que cuando llega un pájaro y se queda cerca tuyo significa que te cuido de algo que te iba a pasar o... —dudó en decir—, una persona que ya falleció te fue a visitar.
Sonreí con nostalgia mirando al pajarito caminar sobre el tablero.
¿Por qué estás aquí, pequeño pajarito?
Salen de la oscuridad y entran a la luz.
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Llovizna
RandomLa tormenta ya terminó, pero otro día caerá una llovizna y ahí nos encontráremos. {🧩}Extras de Tormenta, solo porque no supero y ustedes tampoco.