CAPÍTULO 1

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El alcohol del chupito me escoció en la garganta al pasar, y ni siquiera la media rodaja de limón pudo calmarlo. Sentí cómo se me arrugaba la cara debido a la acidez y mis ojos se llenaron de diminutas lágrimas. El ruido de la música que animaba la fiesta regresó a medida que el efecto se pasaba, embotando mis oídos.

Era sábado por la noche y estábamos en el piso de Kai. Celebraba su fiesta mensual. Cada vez que sus padres se ausentaban le daban permiso para organizarla, y con posibilidad de acceso a alcohol y habitaciones vacías, pocos compañeros se resistían a la invitación. Yo tampoco, pero no era ni por la bebida, ni por las habitaciones, ni por la comida. Más bien tenía que ver con el anfitrión.

—Deja de beber, Jennie. Créeme, será mucho peor.

Jisoo me quitó el vaso de las manos, aunque no tenía mucho sentido porque ya me había bebido su contenido. Para ella era fácil decirlo. Su único propósito esta noche era divertirse, bailar un rato y, si me pasaba con la bebida, cuidar de su pobre y nerviosa amiga.

Porque esta noche era la noche. Por fin, después de tanto tiempo tonteando, me iba a declarar a Kai y le iba a decir que me gustaba. Sé que en un momento tan importante debería estar lo más serena posible, pero la valentía que me regalaban los dos chupitos que me había tomado era necesaria. Sobretodo si me rechazaba.

Me arrastró fuera de la cocina, llena de adolescentes en estado de ebriedad, hasta un salón ocupado en su mayoría por compañeros de clase. Kai siempre nos invitaba a todos, era algo que podía permitirse por el tamaño de su piso. La estancia olía a humo de tabaco mezclado con otra sustancia ilegal.

—Mira, ahí lo tienes.

Seguí la uña pintada de rosa de Jisoo a través del gentío y la música, hasta Kai. Estaba charlando animadamente con dos chicos que reconocí de la clase de gimnasia. Riéndose y pasando un buen rato como todos los demás.

¿Por qué no podía relajarme de la misma forma? Ni siquiera los chupitos ayudaban.

—No ha sido buena idea —negué con la cabeza, retrocediendo un paso hacia atrás.

Jisoo frunció el ceño y entrelazó su brazo con el mío, obligándome a avanzar a través del salón, directas hacia donde estaba Kai.

—Me has hecho venir aquí porque finalmente ibas a decirle lo que sientes —murmuró con un pequeño deje de enfado en su voz—. Ahora cúmplelo.

Ella no había querido venir a la fiesta. Su ex novio estaba allí, y no habían tenido precisamente una buena ruptura. No podía culparla.

Al final consiguió arrastrarme, aunque por el camino tropecé con el tacón de mis zapatos y choqué contra una chica. Me lanzó una mirada irritada, pero Jisoo no me dejó tiempo para que me disculpara, ya que terminó de completar el camino hasta Kai. Al llegar a su lado, interrumpió la frase que estaba diciendo y nos dirigió una sonrisa:

—¡Jennie, Jisoo! —Dijo, levantando la copa llena de un líquido sospechoso por encima de su cabeza—. ¿Qué tal os lo estáis pasando?

Sentí un pequeño peso revolverse en mi estómago, como si me hubiese comido un amasijo de hilos y estos hubiesen cobrado vida en el interior, revolviéndose y pidiendo salir.

Por favor, no me digas que iba a vomitar...

—Genial, la fiesta está... muy bien —musitó Jisoo, y madre mía, mentía fatal.

Tragué saliva sintiendo mis mejillas calentarse cuando Kai sonrió, y sus ojos oscuros se clavaron en los míos. Llevaba colada por él desde principios de curso, cuando fue el único que se dignó a ofrecerme un pañuelo el día que dieron las notas de matemáticas y descubrí que había suspendido. Era una asignatura que se me daba fatal, y me había esforzado muchísimo. La impotencia al darme cuenta de que las horas de trabajo no servían para nada fue lo que provocó las lágrimas, y su gesto amable lo que las hizo desaparecer.

La sexy chica invisible que duerme en mi cama | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora