CAPÍTULO 32

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—Es que sigo aluflipando de que el señor Routh sea tu padre.

Bienvenida a mi mundo. Creo que jamás conseguiría hacerme a la idea de todo lo que estaba pasando, aunque con lentitud cada día asimilaba un poco más. Los nervios y disgusto iniciales casi habían desaparecido.

No hacía locuras y había entrado en razón, aunque una pequeña parte de mí sentía que no podía confiar en mis padres de nuevo. No de la misma forma. Quizás con el paso del tiempo...

—Pues mi madre le conocía como Gier. Ese es el apellido que tenía antes, el de sus padres.

Jisoo alzó las cejas y se dejó caer sobre el mullido sofá de la sala. Había venido a verme por la tarde, cuando mis padres no estaban. Eso nos daría intimidad suficiente para charlar y poder abrirme con mi amiga.

Le había dicho a Lisa que no hacía falta que se quedase, pero insistió. Decía que Jisoo le caía bien y era muy graciosa. En aquel momento estaba apoyada contra la ventana, mirando en ocasiones hacia la calle, y luego hacia nosotras.

—¿En serio? Joder, no te lo tomes a mal, pero mira que es raro que alguien se cambie un apellido. ¿Por qué crees que lo hizo?

—Ni idea. Pero, oye, dime. ¿Cómo estás tú? ¿Siguen tus padres con la locura esa de...?

No terminé la frase, pero mi amiga supo exactamente a qué me refería.

—¿Lo de mandarme a un internado? Sí, hija, sí. Son gilipollas. Cada día les odio más.

Apreté los labios con disgusto. No quería que mi amiga se fuese, y también me disgustaba escucharla hablar así de sus padres. Cada vez la relación que tenían estaba peor.

Al final, tenía que darme cuenta que, por mucho que el golpe de enterarme de la verdad hubiese sido duro, nosotros seguíamos siendo una familia unida. Al menos, más que la de ella. Debía empezar a valorar más lo que tenía.

Mierda, en ocasiones así sentía muchísima vergüenza por cómo me había portado los días anteriores.

—¿Y si hablamos de algo más divertido? —Propuso Jisoo—. ¿Qué tal de la misteriosa y sexy Lisa?

La susodicha se volvió rápidamente hacia nosotras con una gran sonrisa prepotente en la cara.

—Sí que soy un tema excelente de conversación.

Me hubiese gustado mandarle callar, pero no lo hice. Decidí centrarme en mi amiga.

—Nunca he dicho que sea sexy.

—Pero lo soy —replicó en seguida.

Mierda, Lisa me lo estaba poniendo muy difícil.

Jisoo se echó a reír y se inclinó hacia delante en el sofá, mirándome con burla.

—Vamos, solo por la forma en que hablas de ella, se ve a la fuerza que te parece mucho más que sexy.

—No mientas, Jennie —le apoyó Lisa—. Tu amiga tiene razón.

Idiota...

Sin embargo, sentí cómo el calor comenzaba a inundarme las mejillas. ¿Tan obvia era cuando hablaba de ella?

—Te has puesto como un tomate —señaló Jisoo—. ¿Ves? Yo tenía razón.

—No solo es sexy —acepté por fin de mala manera, viendo por el rabillo del ojo como Lisa asentía con orgullo. Cretina—. También es muy divertida. Me hace reír, se preocupa por mí y...

—¿Ya os habéis acostado?

Abrí mucho los ojos, con horror. Mierda, algunas veces mi amiga podía tener tan poco tacto...

La sexy chica invisible que duerme en mi cama | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora