Capítulo 3

544 62 9
                                    

Pov Abril Garza.

Ma-ta-do.

Yo había asesinado a un hombre.

El pánico se apoderó de mí. A mí alrededor todo lucía tan confuso.

Sólo pude reparar débilmente en los hombres que entraron corriendo, guiados por Molly, en el griterio que inundó el lugar, y en Samantha, que me tomaba en brazos, hablandome.

No podía oír lo que decía. Sólo veía sus labios moverse frente a mí, como en cámara lenta.

Las imágenes estaban distorsionadas, y comencé a hiperventilar.

Samantha seguía hablándome, con los ojos fuera de lugar.

Luego todo se volvió negro

Alguien estaba acariciando mis cabellos acompasadamente.

Samantha, era Samantha. Me abrazaba por detrás, mientras me consolaba tiernamente.

Olía a casa.

Me giré entre sus brazos, y me encontré de lleno con sus preciosos ojos chocolates y su rostro, algo más pálido de lo normal.

Samantha no dijo nada, y yo tampoco lo hice. Nos miramos durante minutos, en silencio, evaluando el estado de la otra sin decir palabra.

Sin previo aviso, el horror me golpeó con fuerza.

-Shh, tranquila -Samantha me estrechó contra su pecho, mientras sollozos desgarradores escapaban de mi pecho sin control.

-A... Alice -logré susurrar entre lágrimas.

-Está con tu padre, dejé a cinco guardias protegiéndolos cuando nos fuimos. Los llamé, nada sucedió allí

Me sentí más aliviada, pero el espanto seguía allí, muy presente.

-Mis manos -murmuré, contemplando las palmas de mis manos con los ojos muy abiertos.

-¿Qué sucede con ellas?

-Están manchadas de sangre -susurré, y Samantha las tomó entre las suyas, acercándolas a su boca para besarlas, primero una y luego la otra.

Las levantó, examinándolas cuidadosamente.

-Yo no veo ni una sola mancha en ellas -declaró cuando hubo terminado, y volvió a estrecharme entre sus brazos.

Rendida, me dejé rodear por aquella bruma de dolor, sollazos y palabras de consuelo susurradas.

-Esto tiene que parar -susurré finalmente, cuando mis ojos ya estuvieron irritados por tantas lágrimas derramadas.

-Ya hablamos sobre esto -la sentí tensarse bajo mis manos, pero su voz no sono brusca como pensé, simplemente decidida.

No lo haría.

No lo intentaría.

-Necesito darme un baño -mascullé, y ella se relajó ante el cambio de tema.

Se incorporó conmigo en brazos, y me cargó hasta el cuarto de baño.

Con paciencia, me ayudó a despojarme de mi vestido, y luego me miró fija.

-¿Quieres que me valla?

-No -respondí al instante- Quédate

La necesitaba ahora.

Ahora más que nunca, luego de haber tomado mi decisión.

Me dejé hacer, mientras Samantha me enjabonaba como a una niña pequeña.

Mía | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora