Capítulo 6

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Pov Samantha Rivera.

-Haz algo para que deje de gritar -mascullé, sin aminorar mi paso hacia el elevador.

-¡Señorita, debo insistir en que no puede entrar al hotel sin identificarse! -le eché una mirada hastiada a Molly, que rodó los ojos y se giró para interceptar al molesto gerente del hotel, que venía detrás de nosotros cinco, protestando.

Sin esperarlo, subí al elevador seguido de mis tres hombres.

-¿Hay gente en las escaleras?

-Sí, señorita, también enviamos algunos al techo, todo está cubierto, no tiene a dónde escapar

-Perfecto -susurré, tomando entre mis manos las dos armas que llevaba escondidas dentro del traje.

Las puertas del ascensor se abrieron en el piso diez del hotel, y salí del ascensor caminando con decisión hacia la habitación 129.

Había un solo guardia en la puerta, escuchando música con un par de auriculares y mirando hacia otro lado.

John se apresuró a adelantarseme y golpearlo en la cabeza con la culata de la pistola una sola vez. Calló como un peso muerto sobre la alfombra verde, y asentí en dirección a la puerta.

John golpeó una vez, y luego de un minuto y medio, alguien comenzó a abrir la puerta.

-¿Qué mierda suce...

Marco Porcella nos observó con los ojos como platos durante un par de segundos, antes de intentar voltearse y volver a entrar en la habitación a toda velocidad.

Fui la primera en adelantarme y tomar su cabeza con una mano, mientras lo apuntaba con la otra.

-No, no, Porcella, no corras -el se revolvió en mis brazos, gruñendo e insultando mientras era empujado dentro de la habitación- Lárgate de aquí -una muchacha de unos veinte años, pelinegra y desnuda sobre la cama, temblaba sin control, y levanté un brazo en dirección a la puerta
para dejar claras mis intenciones- Largo -la chica no tardó ni dos segundos en irse corriendo, arrastrando una sábana tras ella, mientras mis hombres se encargaban de atar a Marco sobre una silla de madera que descansaba en el centro de la habitación- Bueno, bueno, Marco... -me senté tranquilamente en una silla frente a él, mientras lo veía fulminarme con la mirada, temblando de rabia.

-¡Sueltame, hija de perra!

-No hasta que sepa lo que he venido a averiguar. ¿Por qué mierda me atacaste la otra noche?

-Vete a la mierda

Rodé los ojos y me incliné hacia adelante, apoyando mis codos sobre mis rodillas.

-Te daré una segunda oportunidad. Dime porqué lo hiciste, y puede que salgas vivo de aquí

Marco volvió a forcejear contra las ataduras y luego me miró con más odio todavía.

-Fue por Nicolás

-¿Nicolás? -fruncí el ceño. ¿Qué mierda tiene que ver ese hijo de puta aquí?

-Él era mucho más astuto e inteligente de lo que tú nunca serás, Rivera

-¿De verdad? -arqueé una ceja, divertida- ¿Entonces, porqué él está a tres metros bajo tierra y yo estoy aquí? -Porcella volvió a revolverse, insultándome. Bufé- Marco me estás aburriendo, y créeme que eso no es algo bueno para ti, porque en cuanto me canses y decida marcharme, este amigo mío de aquí -levanté mi pistola, señalando a Erick, otro de mis hombres- Va a volarte la cabeza de un tiro. Así que más te vale
hablar claro y rápido. No estoy para juegos

Marco inspiró hondo, intentando fingir que mis palabras no lo alteraban, pero sabía que le temía tanto a la muerte que haría cualquier cosa para lograr seguir con vida.

Mía | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora