Dijiste que sería eterno
y fue lo mismo que un suspiro.
Tus promesas llenas de incongruencias
me hicieron perder toda confianza
y comencé a dudar hasta de mi sombra.
Me ofreciste una gama de colores
pero no sabía que era de grises y opacos.
Abriste nuevas heridas
y jugaste sobre ellas.
Cansada, lastimada
y con el pecho abierto,
de un grito me despojé
y de mí salió fuego.
Me liberé.