34. Ojos que no ven, corazón que duele

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34. Ojos que no ven, corazón que duele

Cardigan - Taylor Swift

—Hola, Mark.

—Hola linda. Al final no podré verte hoy, tengo un examen final dentro de poco y voy a encontrarme con mi grupo de estudios para prepararlo.

—Oh, está bien. —Acepté, decepcionada. Era la tercera vez que me cancelaba en la semana—. Tenía ganas de verte antes de ir al viaje.

—No te preocupes, voy a intentar verte antes de que te vayas, aún hay tiempo.

—Estás repleto de exámenes. —murmuré.

—Lo sé, lo sé, pero prometo que te veré en algún momento.

—Está bien. Espero que te vaya bien en tu sesión de estudio. Nos vem... —La llamada terminó antes de que pudiera despedirme.

—¿Todo bien? —preguntó Luka a mi lado, apoyado contra el alambrado con su postura despreocupada de marca registrada.

—Si. Mis planes se cancelaron, Mark tiene que estudiar con sus compañeros ¿Quieres que vayamos al centro comercial a comprar lo que falta para el viaje? Podemos ir adelantando algunas cosas para terminar de organizar todo con anticipación.

—Está bien, vamos. Después podríamos seguir con nuestras clases de conducción.

—Tal vez...

En cuanto llegamos a su casa, nos subimos a su auto y condujo hasta el centro comercial más cercano.

El viaje fue rápido y se sintió incluso más corto entre sus bromas y los cantos desafinados por encima de la música que pasaba por la radio.

A medida que nos fuimos adentrando por los grandes pasillos del centro comercial, fui haciendo una lista con las cosas que teníamos que buscar para no olvidarnos de nada. Fui enumerando los elementos que habíamos conversado en la reunión de organización. Iba tan inmersa en recordar todo lo que hacía falta, que choqué contra la espalda del castaño cuando se detuvo delante de mí sin aviso. Levanté la mirada de la lista para quejarme, pero cerré la boca cuando observé su postura tensionada, totalmente ajena a él.

—Olvidé que tenía que comprar algo en una de las tiendas de más atrás, ¿me acompañas? —Se giró hacia mí. Su expresión era seria, y su ceño y sus labios se encontraban más apretados de lo que alguna vez los había visto. Sin contar sus ojos. Parecía que una tempestad se había desatado en ellos, el azul se había oscurecido tanto que parecía plomo líquido, únicamente interrumpidos por vetas tan claras que se confundían con rayos.

—¿Te encuentras bien? —Llevé mi mano a su frente para tomar su temperatura. Nada fuera de lo normal.

—Sí, solo que acabo de acordarme. Vamos. —Me tomó de los hombros y comenzó a girarme para volver por el camino que nos había llevado hasta allí.

—¿Estás seguro de que no tienes... —Una carcajada grave y profunda me interrumpió. Era una carcajada que, aunque no pudiera escuchar muy seguido, identificaba bien. Escapé del agarre del de ojos tormentosos y me hice a un lado para esquivarlo. Mi frente se arrugó ante la escena frente a mí. Sentía el frío trepando por mi espalda y congelándolo todo a su paso—. ¿Mark? —Él se volteó rápidamente hacia mi voz y su cara empalideció.

—¿Qué... qué haces aquí?— preguntó con la voz inestable.

—Aproveché que tendría la tarde libre para comprar lo que nos falta para el viaje. ¿Qué haces tú aquí?

—¿Te digo que tengo otros planes y te vas con él? —reclamó en un tono bajo, con rencor en su voz.

—Te pregunté algo, no cambies el tema. ¿Qué haces aquí y quién es ella? —pregunté sacando una fuerza que desconocía e ignorando esa parte de mí que me decía que me callara y siguiera mi camino como si nada. Se quedó en blanco unos segundos, y cuando volvió a sí, sacudió su cabeza y comenzó a hablar.

LawfareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora