49. Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón

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49. Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón

Do I wanna know? - Arctic Monkeys

—Hola, ¿qué tal? Busco a Lucio. Me dijo que avisaría que venía en camino. —Me presenté ante el hombre de seguridad que se encontraba en la puerta y controlaba los ingresos al local. Su tamaño y expresión eran lo suficientemente intimidantes como para que cualquiera dudara en adelantarse a la fila que se extendía frente a él, pero no tenía tiempo de estar acobardándome con Luka ahogado en alcohol detrás de la cinta roja que él se encargaba de quitar.

—Está esperándote. Sigue directo por este pasillo hasta la barra. Es el que lleva el corbatín blanco.

Abrió la cinta y yo seguí sus indicaciones. Nunca había entrado antes y no lucía para nada como lo imaginaba. El suelo de mármol negro pulido y las paredes del mismo color generaban un clima ostentoso que destacaba aún más con la decoración minimalista y las terminaciones en plata. A un lado, se abrían pasillos con varias puertas que parecían llevar a zonas más privadas. Tenía sentido, teniendo en cuenta que en el hall en que desembocaba el corredor, las mesas habían sido movidas a los lados, la música retumbaba entre las paredes y las luces de colores rebotaban de un lado a otro, convirtiéndose en un espacio en el que los clientes podían bailar.

Llegué a la barra, y luego de atravesar a la gente esperando por sus tragos, fue fácil identificar a Lucio. Todos los baristas iban vestidos con camisas negras, tirantes y cada uno llevaba un corbatín de un color diferente. No tardé en reconocer el de pedrería espejada, que refulgía reflejando los colores de las luces.

—¡Lucio! —Lo llamé, intentando hacerme oír por encima de la música. Él se acercó con una sonrisa seductora plasmada en los labios. Lo conocía, pero no terminaba de ubicar de dónde.

—Hola, preciosa. No creo haberte visto por aquí antes. —coqueteó mientras hacía trucos con la coctelera que tenía entre sus manos.

—¡Vengo por Luka! —Me miró durante unos segundos, sin entender, pero en cuanto me reconoció, su sonrisa se desvaneció y sus mejillas perdieron el rubor que las cubría... ¿Qué estaba pasando? Su cambio abrupto no hizo aumentar mi preocupación.

—Eres la Gia de Luka.

—No soy "su" Gia, pero vine por él.

—Mierda, eres la Gia de Luka. —Parecía empalidecer más a cada segundo.

—Sí, soy la Gia de Luka —dije exasperada, no sabía qué estaba pasando y solo quería verlo para asegurarme de que estuviera bien—. ¿Ahora puedes llevarme con él?

—¡Sí! Ven conmigo. —Sirvió rápidamente la bebida y salió de detrás de la barra hacia uno de los pasillos de los lados. Yo lo seguí de cerca—. Por cierto, soy Lucio Sabez, también voy al Colegio da Vinci. Lamento no haberte reconocido recién, solo que jamás creí que te encontraría... aquí. Y cuando hablé con "Gia", no pensé que fueras tú... lo que fue muy estúpido de mi parte, porque no conozco a ninguna otra Gia y no sé me ocurre otra Gia que podría estar entre los contactos favoritos de Lawfy. —Jamás creí que alguien podría hacerse entender tan bien con la música tan alta y sin pararse a respirar entre tantas palabras, pero tal vez era una habilidad ganada al trabajar en un bar—. Lo traje a una de las salas privadas para que no tuviera problemas afuera. Le di agua, pero no sé qué tal esté. Nunca lo había visto beber tanto. Y no ha parado de hablar de ti desde que escuchó que te nombré en la llamada. —Frenó en seco frente a una puerta y se volvió alarmado hacia mí—. No le digas que te dije eso... ni que te llamé. Mejor no le digas nada sobre mí y sobre nuestra... charla. Las clases terminan en dos semanas, pero habrá entrenamientos hasta entonces y sigue siendo mi capitán. —Reí a pesar de la tensión. Luka en serio atormentaba a sus compañeros de equipo si estaba así de preocupado por el simple hecho de hablarme. En realidad... no era nada nuevo en él esa fijación por hacerle la vida imposible a la gente, yo había estado en ese lugar por suficiente tiempo como para no reconocérselo.

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