Capítulo 1★

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El sheriff Cellbit Corane acababa de mover la reina roja al rey negro cuando sonó el teléfono. Era la primera vez que sonaba en toda la mañana, algo poco habitual. Miró la hora. Las once en punto.

Debería haber estado sonando sin parar, sobre todo porque estaban en temporada alta de turismo y porque sólo faltaban unas semanas para la Fiesta de la Cosecha.

En el pequeño pueblo de la isla quesadilla, el teléfono sonaba por todo tipo de motivos, desde un posible robo, hasta para bajar a una mascota de un árbol. Descolgó el teléfono con cierta apresión. Era su madre.

—Hola, mamá — escuchó un momento—. No, no estoy demasiado ocupado para hablar — Cellbit se recostó cómodamente contra el respaldo del asiento. Molly Corane solía andarse con bastantes rodeos antes de ir al grano.

—Espera un momento, mamá, a ver si lo he entendido— un sonido llamó su atención y volvió la mirada hacia la puerta del despacho. Su ayudante Roier Alt estaba en el umbral.

—¿Me estás diciendo que has obtenido esa información de tu asistenta, a la que Lisa le han contado que Beni Benítez está haciendo qué a sus vacas? — Roier atrajo la atención de Cellbit cuando se apoyó contra el quicio de la puerta. Por un momento perdió el hilo de la conversación mientras se fijaba en sus fuertes pectorales.

—¿Que están qué? De acuerdo mamá. Me ocuparé...sí, ¿qué pasa con la sobrina de Lisa? ¿Cuándo? Mai, te agradecería que... Sí, yo también te quiero. Tchau.
Tras colgar el teléfono se levantó.

—¿Qué sucede con Beni Benítez? — pregunto Roier —. ¿Su hijo volvió a volar el laboratorio de química? Parece que cada vez que Marce se va del pueblo para cuidar a sus padres algún Benítez se pone creativo.

—Está vez el problema es Beni, o tal vez su hermano Cochi— Cellbit buscó las llaves en su bolsillo — Al parecer están polucionando el arroyo que pasa por la granja de Lisa —.

—¿Con qué lo están polucionando? —

—Lisa ha dicho que las vacas se están tambalendo por el pasto. ¿Tú que crees? — Cellbit trató de pensar seriamente en el asunto, pero resultaba difícil.

De hecho, Roier apenas pudo contener una carcajada. —¿Quieres decir que el tequila casero de Beni ha acabado en el arroyo?

—Eso parece—

Roier soltó un prolongado silbido.
—Uno ya no sabe que esperar de los Benítez —

—Tienen sus propios patrones de comportamiento, qué normalmente no encajan con los de los demás — en una jurisdicción tan grande como la de Cellbit había toda clase de gente.

Algunos estaban acostumbrados a comportarse según las reglas, pero otros, como Beni, aún conservaban el espíritu independiente de la gente de las montañas. Pero, en cualquier caso, Cellbit era responsable de ellos.

Roier se frotó los labios con el dedo índice. —Al menos mantienen el ambiente animado—.

—Son tantos que no es de extrañar —Cellbit fue a por su sombrero.

—Deduzco que vas a ir a verlos.

—Sí. Ya es hora de aclarar las cosas con Beni.

Roier miro a su alrededor —Parece que tenemos un día tranquilo. ¿Qué tal si te acompaño?

Cellbit también miro a su alrededor. Aunque los turistas estaban empezando a llegar a raudales, Roier tenía razón.

Normalmente la tenía, pero no le gustaba decírselo. No quería que sus halagos se le subieran a la cabeza. Conocía a Roier desde que eran pequeños y, aunque ya eran mayores, a veces tenía que controlarse para no comportarse como un hermano mayor pesado.

Loco de pasión - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora