Harry era introvertido.
Louis era extrovertido.
Harry era amable.
Louis es egocéntrico y arrogante.
Harry era el presidente del consejo escolar.
Louis salía de fiesta cada fin de semana.
Harry estudiaba leyes.
Louis estudiaba fotografía.
Harry era d...
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Louis se mantuvo serio al mirar la expresión de Harry.
Sus cejas alzadas, boca ligeramente abierta y mejillas rojas; era precioso.
—Mierda, no puedes decirme eso cuando estoy tomando jugo. Si me muero te quedas sin sumiso.
El castaño no pudo evitar reír a carcajadas, estaba seguro que jamás se cansaría de aquellos comentarios inoportunos y estúpidos.
Harry lo miró con indignación mientras comía de su desayuno —¿Era en serio?
—¿Por qué bromearía con eso, conejito?
El menor lo siguió con la mirada cuando Louis se levantó de la mesa para ir a la habitación; poco después, regresó con algo en sus manos.
Sus ojos se abrieron exageradamente al observar una diadema en sus manos, tenía orejas de conejo largas y blancas que caían hacía el frente y parecían realmente suaves por el peluche que las rodeaba.
Ni siquiera notó cuando tragó saliva; estaba nervioso —La verdad es que... Nunca he hecho esto.
Un escalofrío lo recorrió por completo cuando Louis tomó su mentón con delicadeza agachándose un poco para estar frente suyo —Siempre hay una primera vez para todo, solo necesito que me digas que quieres hacerlo. Prometo cuidarte.
—Lo sé, siempre lo haces —susurró bajito intentando mantenerle la mirada, él se veía tan intimidante y estaba muy seguro que su propia mirada tenía plasmado el temor y la curiosidad, justamente como un conejito asustado —. Está bien, quiero intentarlo.
Louis sonrió de tal forma que sintió su sangre helarse, intentó disimular el nerviosismo en su cuerpo cuando le puso las orejas de conejo con cuidado, acomodando sus rizos para que quedaran perfectas.
—Que hermoso te ves, eres mi hermoso conejito.
Sus mejillas se encendieron en un tono rojizo al escucharlo, y estuvo seguro de que incluso su piel estaba caliente cuando Louis se inclinó un poco más y le dio un corto beso en la frente.
Tenía las palabras atoradas en la punta de la lengua, anhelaba tanto decirlas, aunque no sabía si era el momento adecuado.
Pero, ¿acaso había un momento adecuado para decir algo así? Si lo había, entonces era ese.
—Voy a ser un buen conejito, mi dueño.
Louis sintió un tirón en su entrepierna al escuchar de nuevo aquel apodo que pocas veces tenía el privilegio de escuchar.
—Sí, serás bueno, yo voy a encargarme de eso, pequeña mierda —Harry mordió su labio con fuerza en un intento de evitar que un jadeo escapara de sus labios —, ahora come, necesito que tengas energías para el día.
El menor asintió de inmediato y comenzó a comer, sintiendo la suave tela de las orejas caer sobre su mejilla; estaba seguro que se veía demasiado caliente usando eso. Le gustaría verse.
